viernes, 28 de septiembre de 2012

EL HOMBRE DE GRAFENECK DE FELIX JAIME CORTÉS.

El Hombre de Grafeneck es una novela apasionante, mitad histórica, -la primera narración transcurre en los tiempos del Tercer Reich- mitad thriller -ubicándose la segunda narración en la actualidad- y alternándose las dos épocas y narrativas. La parte histórica tiene como protagonista a Lorenz Hackenholtz un albañil, conductor y mecánico perteneciente a las SS que fue encargado de construir la primera cámara de gas en el famoso castillo de Grafeneck para llevar a cabo el programa E Aktion (programa de muerte por compasión), destinado a la mejora y encumbramiento de la raza aria, con el consecuente y necesario exterminio de aquéllos seres que presentaban alguna tara, dolencia o debilidad constitucional. Este programa se encargaba principalmente de individuos alemanes ya fuesen hombres, mujeres, ancianos o niños y constituyó el preludio de lo que sería el holocausto judío.
 
 
La novela está muy bien documentada y, a diferencia de otras obras que tratan del mismo tema, el punto de vista esta vez no es el de las víctimas, sino que vemos desfilar junto a Lorenz Hackenholtz a una galería de personajes históricos que nos revelan sus pensamientos y conversaciones y de los que tratamos de entender, si es que ésto es posible, sus razones para llevar a cabo algo tan perverso e infernal como es el exterminio, no sólo de la enorme cantidad de judios que murieron, sino también la matanza por millares de seres de su propia raza que presentaban algún tipo de anomalía por muy leve que fuera, en aras de la   mejora de la raza aria. El autor nos describe cómo aparecían los cuerpos, algunos entrelazados entre sí y retorcidos en una mueca de dolor, mientras que la mayor parte de ellos estaba cubierto de sangre y heces, desmintiendo de una forma brutal el rumor reinante que consistía en proclamar que la muerte por gas era la más limpia, rápida y compasiva de todas.
 
La novela es sobrecogedora en detalles, números y episodios. El descontrol y la locura nazi se ponen continuamente de manifiesto, como cuando después de mirar un foso de 75 cms. de grosor compuesto por sangre heces, gusanos, excrementos y carne en pleno proceso de putrefacción, un guardia nazi se queda paralizado por el terror y angustiado ante lo que le espera si desobedece la orden de su superior de limpiar todo aquéllo enseguida, desenfunda su arma reglamentaria, apoya el cañón en la base de la mandíbula y se vuela la cabeza de un disparo. El autor deja constancia de lo fidedigno de su narración al declarar que lo  que que se conoce de campos de exterminio como Treblinka se debe únicamente a los diarios y testimonios escritos que dejaron las víctimas del Holocausto y a las declaraciones de supervivientes y guardias de las SS que sirvieron allí. Resulta aterrador en la narración ver como seres humanos aparentemente como los demás se convierten en monstruos por seguir las consignas y órdenes del Führer volviéndose auténticas máquinas de exterminio. La sensación de poder que embargaba a todos los ejecutores en aquel momento debía ser igual a la que sentían los primeros cazadores de la Tierra.

Se explica, con toda suerte de detalles, el complejo proceso de cremación de cadáveres en los diferentes centros de exterminio y la normalidad y eficiencia del proceso parece simplemente diabólica. Así, pues, la locura nazi en toda su crudeza inunda las páginas de la narrativa, logrando sobrecogernos y quedando impresa en nuestra imaginación las inmensas y calculadas hogueras, símbolos de destrucción y muerte que se podían contemplar desde varios kilómetros a la redonda. Sin embargo, de los que no habían sido víctimas de la cámara de gas todavía, unos eran empleados como exclavos hasta su total extenuación y muerte, mientras que otros eran objeto de terribles experimentos científicos. ¿Cómo había podido una sociedad soberana, tecnificada y supuestamente moderna como la alemana en aquella época, consentir que el Gobierno asesinara impunemente a miles de sus miembros? Si se permite eso, callando o mirando hacia otro lado, se puede aceptar cualquier cosa. En realidad, consistía en la autoeliminación de la conciencia individual en beneficio de la colectiva.

Vemos en esta parte de la narrativa como el protagonista Lorentz Hackenholtz va evolucionando y de ser un hombre normal, sensible y compasivo se va convirtiendo, poco a poco, a medida que va ascendiendo y perpetrando más matanzas, en un ser duro y cruel, capaz de todo, al principio, cumpliendo órdenes de sus superiores y al final de la novela, cuando oculta su identidad para sobrevivir y no dejar rastro.

En contrapartida, la narración que se desarrolla en Madrid y en la época actual, presenta unos personajes sumamente entrañables y pintorescos: Bernardo Soto, novelista maduro con un carácter fuerte y disparejo que sufre un bloqueo creativo tras la muerte y larga agonía de su mujer, enferma de cáncer y Sandra Molinero, joven inteligente y atractiva, admiradora de las novelas de Bernardo y dueña de una tienda de ropa, son los protagonistas de esta parte de la narrativa. Bernardo y Sandra se unirán a través de una gran amistad para desentrañar el misterio que constituye la muerte de Roberto Solano, antiguo novio de Sandra, en contra de la determinación de la policía y de la familia de Roberto de dar el caso por cerrado. Pero lo que irán descubriendo será algo que nadie se esperaba, cuánto más se acercan a la verdad sus vidas correrán más peligro.

Aunque suele ser bastante difícil compaginar y equilibrar dos narraciones alternas por lo que, generalmente, una es más atractiva que la otra  y atrae más facilmente la atención del lector, en El Hombre de Grafeneck no ocurre ésto. El autor ha logrado equilibrar ambas narrativas haciéndo que ambas atrapen por igual al lector, logrando unas tramas muy parejas que se interrelacionan y conectan entre sí, alcanzando al final el efecto de una unidad completa.

Felix Jaime Cortés ha logrado realizar un verdadero thriller, compaginando hechos históricos y personajes del Tercer Reich con elementos ficticios ubicados en la época actual. El Hombre de Grafeneck es además de un recordatorio de lo que pasó en Alemania durante el Tercer Reich,  una advertencia de que a lo largo de la historia y hasta la época actual han existido y existen prácticas similares -aunque en menor escala- para acabar con la vida de personas indeseables a los ojos de algunos grupos o personas. La memoria de los terribles acontecimientos pasados es insustituible para evitar volver a caer en la locura del horror. 

miércoles, 12 de septiembre de 2012

MISIÓN OLVIDO DE MARIA DUEÑAS





Al igual que en su primera novela, Entre Costuras, en esta segunda novela Maria Dueñas crea una obra que reúne todos los ingredientes del best seller, seguramente con el ánimo de no defraudar a sus miles de seguidores: amor, intriga, misterio con base histórica bien documentada son algunos de los ingredientes en los que se basa su autora para atrapar la atención del lector, todo ello escrito en la prosa atrayente y facil a que nos tiene acostumbrados.
 
Su protagonista esta vez es Blanca,  una profesora madrileña de mediana edad que después de veinte años ve desplomarse su matrimonio al esperar su marido un hijo de su amante Eva, veinte años más joven que él y dejar el domicilio conyugal. El tercer hijo de Alberto, su marido, el que no quiso tener con ella a pesar de su insistencia. Para alejarse de tan tumultuoso presente Blanca intenta escapar de Madrid y de todo su entorno obteniendo una beca para trabajar en la Universidad de Santa Cecilia en California, dónde su cometido consistirá en poner en orden los materiales dejados por Andrés Fontana, un antiguo profesor que muríó en un trágico accidente treinta años antes. Así pues tiene la tarea de recuperar la memoria enterrada de un hombre olvidado.
 
Blanca conocerá a una serie de personas que poco a poco le hacen irse distanciando de su atormentado mundo interior: Fanny, una empleada de la universidad que acude a recibirla al aeropuerto,  Darla Stern, su madre y antigua secretaria del departamento, una mujer impedida y estrafalaria que se esconde tras unas gafas de sol y un pelo teñido de un rubio imposible para sus años y que mantuvo una relación sentimental con Andrés Fontana,  Rebeca Cullen actual secretaria del Departamento con su vida silenciada acerca de su marido Paul ahora enfermo de Alzheimer y con quien Blanca establecerá una estrecha amistad, Luis Zárate, el joven y atractivo director con el que pronto  se crea una gran complicidad pero sobre todo Daniel Carter, un reputado y prestigioso hispanista será el que más la ayude en su cometido de desentrañar el legado del antiguo profesor Fontana.
 
La novela consta de tres historias diferentes pero íntimamente entrelazadas. La de la propia Blanca con su matrimonio dislocado en Madrid  e intentando a través de un nuevo trabajo en California y un escenario distinto curar sus recientes heridas transcurre en el presente, mientras que la historia de Andrés Fontana y sus comienzos transcurrirá en la España de 1930 cuando Alfonso XIII se exilia y llega la segunda República. María Dueñas nos traslada a la España convulsa y agitada de esos años cuando la Universidad de Madrid carecía aún de un núcleo común y tenía repartidos por la capital numerosas instalaciones en su mayoría vetustas u obsoletas. Nos relata la autora como la Ciudad Universitaria estaba aún en fase de construcción, inmersa en un largo proceso que había comenzado en 1927, impulsado por el ideal de Alfonso XIII de dotar a la capital de un recinto universitario similar a los norteamericanos en el que primaría la planificación integral, la arquitectura funcional y las amplias zonas destinadas a deportes y esparcimiento. De esta manera, y con el pretexto de la historia del antiguo profesor María Dueñas nos relata la historia de la Ciudad Universitaria y especialmente, de la Facultad de Filosofía y Letras de entonces que estrenaba una reorganización de sus enseñanzas y contaba con eminentes profesores: Américo de Castro, Ramón Menéndez Pidal, Xaber Zubiri, Tomás Navarro Tomás, Pedro Salinas, Rafael Lapesa. Esa fué la Universidad que conoció Andrés Fontana: una institución que se esforzaba por modernizarse y que poco a poco había ido avanzando desde la atrofía más pertinaz hasta una pujanza moderada pero, ciertamente, esperanzadora.
 
La última historia, la de Daniel Carter, transcurre en la España de finales de los cincuenta en busca de datos para su tesis doctoral sobre el escritor todavía vivo Ramón J. Sender y su novela Mister Witt en el Cantón, una obra sobre el afán independentista y revolucionario de la ciudad de Castagena. De esta manera la autora nos hace visitar Aragón, y especialmente, Chalamera y aquellos lugares en que había vivido su niñez Ramón J. Sender y que siempre perdurarían en su memoria: Alcolea de Cinca, bajo la montaña que parecía cortada a cuchillo, Tauste dónde emplazaría su Crónica del Alba revisitando aquel amor de infancia por Valentina. Siguiendo el recorrido de Daniel Carter de Aragón pasamos a Navarra, de Navarra a Castilla la Vieja, de la Vieja a la Nueva. Quedamos subyugados como él por todo lo que le sale al encuentro: capitales de provincia con calles mayores, yugos y flechas, con casas nobles y casas menos nobles y casas que de noble apenas tenían nada, entre charcos mercados y barrios. Daniel Carter encuentra en los pueblos y los campos escenarios en los que casi siempre aparecían recurrentes los mismos personajes: niños con mugre, mujeres que andaban con canastos sostenidos mágicamente sobre sus cabezas, cerdos y gallinas por las calles embarradas y hombres con boinas y sin dientes a lomos de mulas viejas. En el norte encontró piedra, cal a medida que avanzó hacia el sur, pero las diferencias nunca eran sustanciales, atraso y miseria en una España que sólo cinco años antes había logrado alcanzar la misma renta per cápita de antes de la guerra ya por entonces lastimosamente escuálida.
 
María Dueñas contrapone esa imagen lastimosa de la España que encuentra Daniel Carter con la de la patria que había dejado al partir: una nación próspera y dinámica en la que el baby boom estaba en el punto más glorioso y en la que los ciudadanos asentaban sus casas modernas con optimismo  en las zonas arboladas de los suburbios. Un país en el que los Ford Fairlane y los Chevy Impala llenaban las calles y en el que los electrodomésticos ya no eran objetos de lujo sino aparatos básicos para las rutinas caseras más cotidianas. Una América consumista y contradictoria en la que el bienestar y el entretenimiento convivían con la paranoia anticomunista, los coletazos de la segregación racial y la amenaza de la guerra nuclear.
 
A medida que Blanca se sumerge en el legado de Andrés Fontana se dá cuenta de que le faltan datos que no obran en su poder y de que Andrés Fontana llevaba a su vez una investigación que dejó inconclusa sobre las misiones franciscanas en California, todo apunta a que el antiguo profesor descubrió una misión que no constaba en los archivos históricos y que él llamaba Misión Olvido, una metáfora de la propia misión de Blanca en California. Sin embargo, Blanca antes de conseguir su objetivo deberá conocer de nuevo la traición, esta vez una traición diferente pero que la deja devastada.
 
María Dueñas crea una nueva novela firmemente asentada en datos históricos como lo fué Entre Costuras y que también como ésta  a través de una atractiva trama, intriga, descubrimientos hará de nuevo las delicias de sus numerosos lectores.