viernes, 29 de agosto de 2014

CUENTOS DE FIODOR M. DOSTOIEVSKI

En los cuentos de Dostoievski en lugar de encontrarse el lector con el príncipe Myshkin de El Idiota, se topará con el narrador de El Sueño de un Hombre Ridículo. En lugar de Raskolnikov, Svidrigailov, Stavroguin o Iván Karamazov, se encontrará con Polzunkov, Iván Matveievich, Projarchin, Vasia Shumkov o Nastenka. Sin embargo, es de vital importancia decir que es precisamente en el relato breve y en el cuento donde el autor concentra con más intensidad el contenido filosófico de su obra.

Los héroes de sus cuentos están íntimamente ligados al conjunto de los grandes protagonistas de sus novelas, como si se les legara el don de proseguir por su cuenta la narrativa cambiando únicamente el nombre o el lugar de residencia. Por eso, la novela o el cuento de Dostoievski tienen una cierta circularidad que no permite desasirse de la continuidad de una idea, como si en el fondo no quisiera enterrar definitivamente a sus protagonistas, portadores de sus ideas.

Este pequeño detalle literario lo refleja claramente el autor al final de sus Memorias del Subsuelo, donde la obra es sólo un pretexto para seguir escribiendo y proseguir con otro héroe, en otro lugar y con otra historia. Así es como lo confiesa el autor al final, cuando dices que "no obstante, no terminan aquí las anotaciones de este ser tan paradójico", y que, sin poder contenerse, continuó escribiendo.

De este modo, no resulta extraño que lo grande y lo pequeño tengan una dimensión diferente en la obra del autor. Pues, si bien el delirio llevó a Iván Karamazov a dialogar con un diablo canijo y resfriado sentado en una silla frente a su cama, no sucederá lo mismo en los cuentos de El Corazón Débil o El señor Projarchin, cuyos delirios tienen otros matices. Se podría decir que el origen del mal de Iván Karamazov, así como el del pobre Vasia Shumkov, desbordado por el amor y por su cansina labor de copista, y también el del usurero señor Projarchin, conservan un cordón umbilical que los une a la concepción filosófica e histórica de Dostoievski.

Se trata del mal que asedia Europa y que se encarna y sintetiza en la historia y el devenir de ese San Petersburgo de Projarchin, donde las oficinas aparecen y desaparecen como por arte de magia y donde los librepensadores desempeñan un papel que se escapa a la comprensión. Todo ello, aún pareciendo conjugarse en cosmos distinto al de las grandes novelas del autor, no lo es; pues en él todo tiene una ligazón, una unión y un hilo conductor.

Aquella época de la gris influencia burocrática sobre el ser humano, anulado e insignificante como un mosquito, sólo tiene cabida en un Dostoievski eternamente preocupado por el hombre, al que quiere alertar del peligro burocrático, Su comienzo literario fue con Pobres Gentes, donde el funcionario Dévushkin, escribiente de profesión, lucha para no escindirse en su labor de copista, por lo que escribe cartas a cual más bella, puliendo el arte epistolar con tal de no quebrarse en vida, como le ocurrió a Vasia en El Corazón Débil.

Por todo ello, también el miedo a desaparecer de Projarchin, a esfumarse, en definitiva, entre la niebla y los fuegos petersburgueses, no dista de la extraña y fantasmal situación del esperpento en que se ve sumergido el individuo que habita la ciudad más burocrática del planeta, en la que resulta imposible sobrevivir sin desasirse de las catorce categorías que marcó la Tabla de rangos instituída por Pedro I el Grande.

En este sentido El Cocodrilo es una obra clave y sumamente importante por la alegoría que encierra en relación con el mal burocrático encarnado en la figura del pobre Iván Matveievich, tragado por un cocodrilo y que mora en las entrañas de la burocracia, mientras se devana los sesos en escribir algún nuevo tratado sobre el principio económico para convertirse en un nuevo Fourier.

Kafka debió de captar el secreto petersburgués y lo reflejó en sus obras, pero lo cierto es que de no existir Projarchin, Devushkin y Goliadkin, probablemente tampoco existirían ni George, ni Joseph K. ni Gregorio Samsa. Aquéllos se anticiparon geográfica y temporalmente a la obra de Kafka, a El Proceso, a La Condena y a La Metamorfosis.

Aunque el tema de los funcionarios tenga su raíz trágica, tal y como había plasmado Chéjov en La Muerte de un Funcionario, o Gógol en La Nariz, El Capote o Las Almas Muertas, sin embargo no le falta su pincelada de humor a todo cuanto se relacione con la vida de sus personajes, cuyos nombres propios, la mayoría de las veces, tienen un significado cómico.

El héroe suele enredarse en su apellido, en el que unas veces se confunde su identidad, y otras refuerza la carga que pesa sobre él. Una larga y dilatada trayectoria naturalista lega a Dostoievski la herencia de Gógol y Saltikov-Shedrín, que insistieron mucho en esa particularidad literaria rusa.

Otra particularidad del idioma ruso son los diminutivos de los nombres propios que no dejan de sorprender por su enorme variedad. Tal es el caso del cuento El Corazón Débil, en el que el lector tan pronto se topará con Vasia Shumkov como con Vasenka, Vasiutka, Vaska, Vasiuk o Vasinka, así como también con Arcadi o Arcasha. Lo mismo ocurre en El Ladrón Honrado con el borrachín al que mata su buen corazón y cuya moral no le permite morir sin confesar el robo. A este personaje el narrador de la historia se refiere de muchas formas: Iemeliá, Iemeléi. Iemelián, Iemeliúshka etc.

Toda esta variedad en la forma de nombrar a sus personajes obedece a un deseo de plasmar la complejidad del alma rusa, que el autor siempre consideró que sintetizaba el alma humana.

lunes, 4 de agosto de 2014

LOS AÑOS CON LAURA DÍAZ DE CARLOS FUENTES

La trama de la novela abarca un lapso de cien años, desde 1868 a 1968. La historia de la protagonista va siendo narrada al mismo tiempo que la historia del país. La intención del autor parece ser recuperar la parte femenina que ha quedado diluída en la historia de un país fundamentalmente masculino, dónde la herencia azteca, árabe y española la ha marginado del acontecer histórico. Carlos Fuentes escribe la memoria del siglo XX mejicano apoyando su narración en hechos y personas que determinaron la conformación del Méjico actual.

De manera simultánea, el autor realiza un recorrido por la vida íntima de una mujer, Laura Díaz, y de las pasiones, los obstáculos los prejuicios, el amor filial, las alegrías y las penas que la conducen a conquistar su propia libertad y su libertad creativa.

Los Años con Laura Díaz es la historia de una saga familiar, originada en Veracruz que sirve de sustento a esta novela histórica. Como nunca antes Carlos Fuentes es fiel a su propósito de describirnos el cruce de caminos dónde se dan cita la vida individual y la vida colectiva. El autor nos lleva a un mundo mágico en un país que en el siglo XX fue lugar de encuentro de diferentes personajes históricos debido a los avatares políticos de esos años.

El relato se inicia con la abuela de Laura Díaz, doña Cósima que nació en Alemania y está casada con otro alemán, don Felipe, dueño de una plantación en Veracruz. Cósima vivió un evento fugaz que marcó para siempre su vida cuando era joven. Viajaba en una diligencia que fue asaltada por uno de los bandidos más famosos de su tiempo, "El Guapo de Paplanta", quien con el propósito de despojarla de sus joyas le dijo que le entregara los anillos que llevaba, a lo que Cósima contestó que para que los tuviera tendría que cortarle los dedos. El bandido así lo hizo, de un machetazo le cortó los dedos. Sin embargo, Cósima siempre recordaría su apostura, pues le dejó una gran impresión y solventaría la mutilación usando unos guantes rellenos que hacían parecer que tenía dedos.

Laura Díaz aparece desde muy niña muy apegada a su abuela con quien comparte secretos y confidencias. Cada capítulo describe sus progresos, sus sentimientos, sus anhelos, sus deseos e inquietudes transitando por las tradiciones veracruzanas de socialización de vida en familia. Laura pasó algún tiempo en la ciudad de Xalapa, en Veracruz, dónde fue testigo de atroces sucesos como la muerte de su medio hermano Santiago a manos de sus enemigos ideológicos.

La protagonista se relaciona con hombres que desean verse favorecidos con su aceptación hasta que llegó Juan Francisco López Greene que con sus ojos verdes y su fisonomía extraña, entre negra e indígena, la cautiva y se casa con él, teniendo dos hijos Santiago y Dantón.

Aparecen en la narración personajes históricos tan conocidos como los pintores Diego Rivera y Frida Khalo, su mujer, haciendo hincapié en el Méjico post-revolucionario y la forma en que Laura Díaz participa, su interacción con estos artistas y la sociedad de intelectuales a la que pertenecen.

La ciudad de Méjico fué el lugar de encuentro con nuevas personas con quienes se relaciona nuestra protagonista y comparte eventos sociales así como amoríos clandestinos que lograron en ella transformaciones importantes en su manera de ver la vida, las personas y las situaciones. Laura Díaz se nos presenta como una mujer que logró romper con esquemas y patrones sociales y culturales, lo que le permite construir su vida y sus convicciones, valorar a las personas que la rodean, obtener ventaja de las situaciones y lograr un crecimiento como mujer fuera de serie.

Estamos ante una obra maestra. Carlos Fuentes aparece en esta gran novela como muy digno merecedor de sus numerosos galardones como el Premio Cervantes y el Premio Príncipe de Asturias.