miércoles, 25 de febrero de 2015

JUGADORES DE DON DELILLO

Jugadores no tiene la calidad literaria de White Noise, End Zone o Libra las tres novelas más impactantes de Don de Lillo; sin embargo, en Jugadores encontramos algunas de las constantes, de las obsesiones que configuran la singularidad del autor,  desde el soporte estructural hasta el argumento.

Los protagonistas son Lyle y Pammy, una acomodada y joven pareja neoyorquina; modélica en el más amplio sentido de la palabra, pues no dejan de ser el fiel modelo de tantas otras, y al mismo tiempo, llevan una vida envidiable por lo desahogada. Lyle trabaja en la bolsa y Pammy en una empresa llamada "Consejo de Gestión de Duelo", situada en las torres gemelas. Sin embargo, han perdido la ilusión. Esa sensación de iniquidad se repite una y otra vez -tal vez de forma excesivamente explícita- en la primera parte de la obra. Pammy "detestaba su vida" y tampoco Lyle era mucho más feliz. Se pasa el día viendo la televisión, cambiando los canales en busca de algo que le libere de la tediosa rutina. Incluso el sexo, "actuar" se ha convertido en una actividad mecánica y rutinaria que necesariamente debe de formar parte de la convivencia como cualquier otra acción, lo importante era que Pammy "quedara satisfecha". Lyle se ponía "A su servicio" y "ambos harían esfuerzos para interactuar".

Todo cambia cuando un hombre es asesinado de forma extraña en el mismo parquet de la bolsa neoyorquina. Se trata de un grupo terrorista con el que Lyle entrará en contacto, llegando incluso a formar parte de la célula. Pammy confusa y desconcertada por la actitud de Lyle, decide emprender unas vacaciones con una pareja de amigos homosexuales. A partir de ese momento, la segunda parte de la obra, los dos protagonistas creen haber encontrado un nuevo sentido a sus vidas; sin embargo más pronto que tarde se aventura el retorno a la cotidianeidad. A fín de cuentas en el juego, ya se sabe, unas veces se gana y otras se pierde.

Don DeLillo aborda de forma clara y definitiva en esta novela una de sus principales preocupaciones como narrador: la tragedia personal como reflejo de la tragedia social (¿o será tal vez al revés?) En Underworld lo afirmado alcanza su expresión más gráfica, pero es en Jugadores donde lo plantea por primera vez en torno a una estructura que, si bien no podemos calificarla de fragmentada, sí que se plantea en torno a la fractura narrativa.

Resulta también significativo que tanto el tema como ciertas particularidadaes de la obra se antojen plenamente actuales, incluso pudiéramos pensar que DeLillo ha forzado el argumento en vista de los luctuosos sucesos que cambiaron la historia del mundo.

El diseño psicológico de los personajes, de los protagonistas, no es tan elaborado como en las novelas anteriormente mencionadas; tampoco resultan plenamente convincentes las acciones de algunos personajes como la tragedia final de Jack, uno de los homosexuales con los que viaja Pammy; sin embargo, sí que logra recrear de forma magistral el zeitgeist de las relaciones entre la pareja protagonista. Ellos, como nosotros, tal vez llegaron a entender que "No era nada malo sucumbir a unos cuantos sentimientos falseados".

jueves, 19 de febrero de 2015

LA VOZ DORMIDA DE DULCE CHACON

En la Voz Dormida Dulce Chacón rescata la memoria de las mujeres que perdieron la guerra y que sufrieron doblemente, ya que además de perder una guerra vieron el retroceso de los derechos que acababan de ganar. La autora apuntó que tuvo que suavizar las historias que las mujeres le contaron porque, según dijo, la ficción no soporta tanto horror como el que vivieron esas mujeres. Admiró el hecho de que con las que charló siguieran conservando la dignidad, la lealtad hacia sus compañeras y sus ideales intactos. Dulce se consideró parte de una generación que se siente responsable del silencio de sus padres. Un silencio que a su juicio ha sido una condena impuesta que se ha prolongado demasiado tiempo.

La obra se encuentra dividida en tres partes. La primera parte consta de treinta y cinco capítulos. En esta parte el tiempo transcurrido es muy breve y la autora se recrea en los personajes, a los cuales vamos conociendo y sabiendo en que situación se encuentra cada uno y porqué. Aquí también conoceremos muchos de los espacios en los que transcurren los hechos.

La segunda parte, que es la más breve, está dividida en veinte capítulos. En esta parte es dónde Hortensia conoce su sentencia y sabe que va a vivir hasta que la niña nazca. Acaba con el fusilamiento de Hortensia.

La tercera parte tiene treinta y dos capítulos y es en la que el tiempo pasa más deprisa, ya que abarca dieciocho años, mientras que en las otras solo transcurren unos pocos meses. A medida que esta parte avanza vamos conociendo poco a poco el desenlace que tiene cada personaje y finaliza con la marcha a Córdoba de Jaime y Pepita.

La Voz Dormida está contada de forma lineal aunque hay flash backs continuamente debido a que los personajes hacen continuas alusiones al pasado, mostrándonos de esta manera las razones por las cuales se encuentran ahora en esta situación.

El narrador de la novela es un narrador omnisciente ya que conoce lo que les va a suceder a los personajes, y muchas veces la historia nos es contada utilizando el futuro. Desde la primera línea sabemos que Hortensia va a morir, igual que sabemos que Elvira vivirá.

Pepita es cordobesa, rubia y de ojos azulísimos. La llamaban Pepa hasta que descubrió que en la cárcel la Pepa era la condena a muerte, entonces se hizo llamar nuevamente Pepita como cuando era niña. Era la hermana de Hortensia y ha cuidado desde siempre a Tensi. Esperó muchos años a Jaime porque le amaba de verdad, al final, veinte años después de conocerle se pudieron casar. Nunca quiso afiliarse al Partido Comunista porque según ella sólo le había traído disgustos, pero participó en él activamente aunque recalcaba que sólo lo hacía por Jaime. Es un personaje fuerte y valiente, a pesar de que ella no se considere así.

Jaime Alcántara antes era Paulino y es el Chaqueta Negra líder de un grupo guerrillero. Es el hermano de Elvira y no se perdonó nunca dejarla en el puerto de Alicante, dónde a ella la cogieron. Ama a Pepita y muchas veces no se puso en contacto con ella para no ponerla en peligro y le preguntó numerosas ocasiones si estaba segura de querer esperarle porque estaba desperdiciando su juventud. Lo cogieron y le condenaron a treinta años de cárcel, porque no sabían que era el Chaqueta Negra, de los cuales cumplió diecinueve gracias a un armisticio a raíz de la muerte del Papa. Al final de la novela, cuando se marcha con Pepita, lleva en el bolsillo la dirección del Partido Comunista en Córdoba, hecho que nos demuestra que a pesar de todo lo sufrido sigue fiel a sus principios e ideales.

La Voz Dormida es una novela imprescindible y conmovedora que retrata de forma realista las luces y sombras de la posguerra y las vidas y muertes de los perdedores en una España convulsa.

martes, 3 de febrero de 2015

DESPUÉS DEL INVIERNO DE GUADALUPE NETTEL

Los personajes, las situaciones, los barrios y sus ciudades, los afectos y las amistados, los traumas y los miedos son esquinados, de perfil punzante pero difícil de ver en una fotografía que no tenga su relieve ni granulado. Son postales, cartas, canciones, mensajes en contestadores, soliloquios nacidos y desarrollados en los márgenes, las cuatro esquinas del otro que quiero ser yo. Claudio -cubano y residente en Nueva York que trabaja en una editorial- y Cecilia -mexicana, vive en Paris y es estudiante de tesis- son los personajes centrales, pero ¿quién podrá olvidar olvidar a los magníficamente dibujados personajes secundarios: Ruth, Tom, Haydée, Susana? Atrapados todos en la misma capsula que les protege. Sus neurosis, sus excusas, sus heridas, su pertinaz manera de sobrevivir en un ambiente hostil o simplemente indiferente. Nettel nos sirve una novela sobre el extrañamiento. Los personajes están en otros climas y ciudades - míticas- que no son dónde nacieron. Han acudido hasta allí deformes, lisiados, huyendo de cuerpos, familias y culturas en los que nunca estuieron en armonía ni integrados. Pero llegan adónde nadie les espera, ni les ve, ni les escucha. Su existencia es la de bacterias que son rechazadas por el cuerpo al que acuden al ser portadoras del virus de la extrañeza, de la decepción. No las rechaza ese cuerpo con una muralla o una vacuna (Paris, Londres, el amor, la salud) sino que las asume para aislarlas y hacerlas inofensivas, irrelevantes, nada. Personajes que se deconstruyen y construyen con neurosis e inercias, cada vez con menos y peores piezas del rompecabezas. La vida no es una historia con final justo y feliz. La Nettel novelesca nos recuerda eso y que, en el mejor de los casos casos conseguirás llegar a la conclusión de que tienes límites, de que hay cosas y sentimientos que no podrás tener o sentir, y con eso deberás elegir si quieres seguir adelante.

Es difícil transitar de un modo tan soberbio como lo hace Nettel por este paseo entre vidas en apartamentos que parecen nichos y nichos que son pozos, con un eco que nos recuerda que estamos vivos. En Después del Invierno Claudio vive una relación complicada pero solvente con una dopada mujer mayor que él y de posibles, Ruth y arrastra el recuerdo de su primera novia, Susana. Claudio es solipsismo absoluto altamente rentable. El robot funciona hasta que quiere ser humano. Cecilia tiene una relación especial con Tom, un italiano de salud delicada y querencia por igual a comer bien y a los cementerios. En París se encuentran Claudio y Cecilia y la novela parece tomar un cierto derrotero. 

Prosigue el deslumbramiento amoroso en Nueva York, pero Nettel sabe lo que lleva entre manos y coloca pétalos y espinas en cada rosa. Pasiones, fobias, miedos, hacen que como bolas de billar unos personajes choquen contra otros. De un chispazo aparecen el cariño el deseo, la pasión, el tedio o un pertinaz detestarse. No hay soluciones ni respuestas. Como las grandes novelas solo preguntas y pequeños momentos de luz, armonía y soledad. Todo ello desarrollado con mucho talento, con páginas que respiran y personajes que se levantan del papel así como los fantasmas que hay en ellos (Vallejo o el Cortázar parisiense) pero todo retorcido, personal, muy cercano a ese planeta Nettel que sólo conoce ella. Los diálogos funcionan y también las escenas, sólo tenemos la sensación de embarrarnos en el sistema dual de explicarnos la relación de los días vividos por Claudio y Cecilia -son un caleidoscopio que no gira sino que va hacia delante. Buen principio, desarrollo y final con aroma a amarga fábula moral o amoral.

Guadalupe Nettel produce una inquietante y aterradora compañía, casi como pasear en un día de lluvia por un cementerio.