jueves, 23 de junio de 2016

CAMILLE DE PIERRE LEMAITRE

Anne Forestier queda atrapada en medio de un atraco a una joyería en los Campos Elíseos. Tras recibir una paliza que la deja al borde de la muerte, tiene la suerte de sobrevivir.... y la condena de haber visto la cara del asaltante. Su vida corre un grave peligro, pero Anne cuaenta con la ayuda del hombre que ama: el comandante Camille Verhoeven. Este estará dispuesta a actuar al margen de la ley con tal de protegerla. Pero quién es ese enemigo, y por qué ese empeño tan feroz en acabar con Anne.

La atmósfera y la escritura escalofriantes de este final de la tetralogía confirman una vez más el increíble talento de Pierre Lemaitre.

Siempre que una serie de libros consigue conquistarte, estás contando los días que quedan hasta poder leer la última de sus entregas, aunque a la vez deseas que ese momento no llegue nunca, pues supondrá la despedida definitiva de sus personajes, no volver a saber de ellos, no tener más aventuras que vivir juntos, no acompañarles en lo que pudiese depararles el futuro....Eso mismo me ha ocurrido con la tetralogía de Camille Verhoever, el peculiar comandante de Pierre Lemaitre que con Camille pone punto y final a sus andanzas. Siempre estoy deseando tener una nueva historia que devorar, pero confieso no estar preparada para despedirme de Camille Verhoever.

Un acontecimiento se considera decisivo cuando desbarata nuestras vidas por completo. Camille Verhover había leído esta afirmación unos meses antes en un artículo sobre "la aceleración de la historia" En cuanto ocurra serán conscientes de que sus consecuencias van a ser de proporciones gigantescas, de que lo que ha pasado es irreversible. Por ejemplo, tres disparos de una escopeta de repetición sobre la mujer que uno ama. Eso es lo que le va a suceder a Camille.

Para quien no haya leído nada de esta saga, se trata de cuatro libros protagonizados por Camille Verhoever, comandante de la Brigada criminal de París. A Camille todos le conocen, su fama le precede por ser un policía sobresaliente, pero es su aspecto físico lo que consigue atraer todas las miradas. Su madre era una reputada pintora que, por no dejar de fumar durante el embarazo de Camille, fue culpable de que su hijo, ya con cuarenta años, no supere el metro cuarenta y cinco de estatura y aunque han sido muchas las barreras, sobre todo de prejuicios, que Camille ha tenido que superar para llegar dónde está, no ha habido nada que le haya detenido.

Todas las novelas que componen la tetralogía han sido publicadas bajo nombres propios. Esta última entrega, Camille, se publicó en su versión original bajo el título Sacrificios y a lo largo de la lectura comprendemos rápidamente el por qué, aunque a mi personalmente me gustan más los títulos que Alfagura ha escogido, todos en la misma línea. En esta ocasión la historia comienza con Anne, pareja de Camille, yendo a una joyería a recoger un reloj para regalar a Camille. Anne tiene la mala suerte de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, y se topa con dos encapuchados que se disponían a llevar a cabo un gran robo. Desde ese momento Anne estará en el punto de mira de los atracadores que no permitirán que quede ningún testigo de su trabajo.

Camille es cien por cien Lemaitre en su esencia. Después de leer varias novelas del autor es fácilmente identificable su estilo, el tipo de historias que le gusta brindarnos, la forma de mantenernos con el corazón en un puño...Como siempre, consigue dejarnos sin aliento desde las primeras páginas, y tenernos cuaestionándonos cada suceso de la historia, ¿realmente está pasando todo ésto, o hay alguna explicación que ponga cada cosa en su lugar? Esa es la especialidad de Lemaitre y con Camille nos muestra una vez más su maestría. Camille me ha conquistado desde la primera página hasta la última, y aunque no siempre es fácil, siento que le ha dado a la historia un final digno de Verhoever.

Tras leer la saga de Camille  y otros libros del autor, no me quedan dudas de por qué le llaman el maestro de la novela negra francesa, prácticameante ningún otro autor consigue para mi gusto, ese manejo del suspense e historias tan bien construidas.

VESTIDO DE NOVIA DE PIERRE LEMAITRE

Vestido de novia de Pierrre Lemaitre ganó el premio Goncour de 2013 con una novela que gusto mucho también aquí en España. Se buscó en el baul de obras publicadas para servirlas al público ávido de más Lemaitre. Vestido de novia es la segunda de su autor.

Explicar parte de cómo se desarrolla la trama hace que pierdas interés en la novela. Pero también que descubras los volantazos del argumento y la decepción entonces es casi depresiva.

Una novela puede ser tramposa pero no sé yo si también mentirosa. Y me temo que aquí Lemaitre a fuerza de encadenar hechos inverosímiles, cuando no imposibles, nos endosa no mal truco de mago sino trola de adúltero en paños menores. La novela empieza muy bien. Inquietante. Sin contemplaciones. Asistimos a una persona aparentemente normal que tiene problemas con su cordura. El autor nos coloca dentro de los ojos de esa cabeza enloquecida. Sophie es una canguro que al despertar observa como el crío al que cuida ha sido estrangulado con los cordones de sus propios zapatos.

La puerta de la casa está cerrada por dentro. Hay una víctima y una culpable: ella. Se dá a la fuga, a su alrededor siguen apareciendo muertos. Busca una madriguera y se esconde. Esta primera parte es casi impecable en cuanto a recursos y objetivos. El vértigo de la locura cuando subvierte lo cotidiano hasta hacerlo inaprensible.

Pero a partir de la segunda parte se han acabado casi todas las buenas noticias. Es como si el Lemaitre novelista, al concluir esta primera parte, haya decidido, satisfecho irse a la cama y quien se levanta de la siesta es el Lemaitre guionista de series de televisión para domingos por la tarde en Antena 3. Porque la segunda parte es larga, lenta, inverosímil con tópico serial killer obsesivo de manual freudiano en fascículos coleccionables. Un CSI Burdeos desde el punto de vista del pirado, un Norman Bates encontrado en un todo por euro. Lo que explica tiene un cómo increíble aunque el qué puede ser goloso -alguien trata de enloquecer a la víctima de su venganza a base de fármacos, cambios constantes y demás fruslerías-.

Lemaitre es aquí un autor con la espalda quemada por Thierry Lonket, pero no resiste comparación con él, ni tampoco con el suspense hitcockiano al que parece querer acercarse, homenajear o vete a saber qué. Hay disfraces, algunos giros solventes, y un desenlaza predecible, claro, pero además excesivamente atolondrado, ridículo más que patético con la ristra de ajos de rigor: abuelos en Dachau, madre desequilibrada, campiña francesa, padre fetén, polis incompetentes, silla de ruedas por escalera, malo reprimido e impotente e historiales psiquiátricos en cajas de cartón.

lunes, 9 de mayo de 2016

LA BIBLIA DE BARRO DE JULIA NAVARRO

Julia Navarro se ha convertido en una de las escritoras de habla hispana con más éxito en los últimos tiempos. Esta es su segunda novela después de La Hermandad de la Sábana Santa y realmente me ha sorprendido gratamente.

Es que la autora se maneja bien con los tiempos y genera suspenso, sin nada que envidar a los especialistas del género. Me atrajo el nombre, La Biblia de Barro, pensando que me iba a encontrar con una novela histórica, pero me hallé inmersa en una novela de intriga y espionaje con buen ritmo y acción.

La historia tiene la vivencia de transcurrir en un pasado reciente en Irak, en los meses previos a la invasión norteamericana a este país. La novela está centrada en un grupo de arqueólogos que convencidos de haber hallado el lugar donde estarían las legendarias tablillas que estarían escritas por el propio Abraham bíblico, emprenden una carrera contra reloj excavando y recuperando tesoros arqueológicos antes de que estalle el inminente conflicto bélico.

Básicamente la novela relata la historia de cuatro amigos supervivientes al holocausto, los cuales hacen un pacto de venganza y por casualidad descubren que el arqueólogo que está tras las excavaciones es un exmiembro de la SS nazi al que habían jurado matar. Este es parte de una organización formada por antiguos camaradas y que se ha hecho rica robando y traficando piezas arqueológicas de los museos.

La novela es un poco larga, sobre todo al principio, con demasiados personajes, lo cal la hace un poco confusa en su trama. No hay un típico héroe con quien sentirse identificado, sólo hombres corruptos, asesinos a sueldo y víctimas de las circunstancias, por lo que se hace difícil tomar parte por un grupo o por el otro. La autora tampoco se priva de hacer algunas consideraciones políticas a través de sus personajes, sobre todo de los periodistas que cubren la guerra. Esto me parece innecesario y no hace más que estirar la novela más allá de lo aconsejable.

Hay una parte dónde se relatan los horrores sufridos por los protagonistas en un campo de concentración en la segunda guerra mundial, que me parecen de una crueldad extrema y que no aportan nada a la trama; se podrían haber obviado o por lo menos haberlos suavizado.

Seguramente es la forma que eligió la autora para justificar el odio a pesar del paso de los años. En resúmen, me pareció creíble y con buen ritmo y abre una puerta de expectativa a sus próximas obras.

viernes, 29 de abril de 2016

LA ASTILLA DE IRA LEVIN

Kay Norris, editora, deja su viejo apartamento y se traslada a un lujoso y altísimo edificio, famoso por la muerte en extrañas circunstancias de varios de sus inquilinos, en los últimos años. Kay inicia una relación con Pete Henderson, uno de los inquilinos, que resulta ser el dueño del edificio, y una noche le confiesa su mayor secreto: tiene instaladas cámaras en todos los pisos y desde una habitación es testigo de las intimidades de todos los inquilinos.

Ira Levin es injustamente de los autores del género de terror más reconocidos a nivel mundial, tiene muy poca producción pero consiguió colocar tres de sus libros en el top de ventas y llevarlos a la gran pantalla: La Astilla, El Hijo del Diablo y Los Niños del Brasil. Y digo que es injustamente reconocido porque no es un buen escritor, pero eso sí, tiene mucha imaginación.

Para mí La Astilla es su mejor novela. Estamos en un edificio de lujo de Manhattan, dónde el dueño del edificio ha instalado cámaras en todos los pisos para espiar a sus vecinos. El voyeur se enamora y tiene relaciones con una de sus vecinas, que acaba conociendo el secreto y compartiéndolo con él. Pero en este edificio se producen muertes cada poco tiempo y es así porque a cada vecino que descubre las cámaras el voyeur lo mata.

El climax se de la novela se irá haciendo cada vez más intenso hasta acabar en tragedia. El final es algo inverosímil, pero me gusta la moraleja. El Gran Hermano que vemos por la tele no es nada real, es gente que sabe que toda España les está mirando, puede que con el paso del tiempo, se puedan llegar a olvidar que hay cámaras, al menos momentáneamente, pero jamás se olvidan de que el que gane se lleva el premio, así que jamás, por mucho que se diga, son genuinos y auténticos, sino actores de pacotilla. Pero hay que imaginarse que se puede ver lo que hacen los vecinos, sin que lo sepan, la moraleja del libro dice que espiar es un delito, pero si lo pruebas es peor que la heroína, y es que todos tenemos algo de voyeur.

La idea de la novela es muy buena, pero el desarrollo es lento, y daba mucho juego para que pasaran muchas más cosas, pero para mi gusto y como dije anteriormente, Ira Levin tiene mucha imaginación pero no le saca todo el juego a sus novelas, aún así es pasable.

martes, 26 de abril de 2016

LA CAJA DE MARFIL DE JOSE CARLOS SOMOZA

La Caja de Marfil guía a los lectores de Somoza por caminos menos enrevesados de los acostumbrados. Nos narra la historia de la búsqueda de una adolescente en un pequeño pueblo andaluz. Búsqueda que empieza por una frase (Nunca regresaré y si me buscas me encontrarás muerta) que ayuda a intuir al lector los derroteros por dónde podría circular el argumento. Aunque nos narra con verosimilitud la vida de un pueblo costero andaluz no es una novela costumbrista.

Tampoco, aunque lo parezca, es una novela detectivesca al uso (más propicio del también magnífico Lorenzo Silva) pese a que las palabras de la mayoría de los diálogos salgan de la boca de uno de ellos. Esta es, simplemente, otra obra de Somoza, enrocada en sus libros basados en el pueblo ficticio Roquedal, dónde vuelve a calibrar con excelencia la personalidad de cada protagonista, haciéndonos participar de sus sueños y deseos más profundos, rayando a veces, la genialidad de Mirakami, artista contemporáneo de lo etéreo.

Es, para muchos, una novela menor del cubano, en el sentido de que nos narra universos más mundanos y cercanos, diferentes a los que ya estamos acostumbrados de él (viajes en el tiempo, ciencia ficción, terror, sectas, erotismo).

Quizás en esa dirección esté de acuerdo con sus detractores, aunque bien es cierto que la culpa no es la inexistente baja calidad literaria de esta caja de marfil sino de lo enormemente mal acostumbrados que estamos sus seguidores.

En esta pequeña historia, como ya he dicho, nos encontramos con la búsqueda de una adolescente perdida. Quirós, un investigador privado venido a menos y Nieves, una antigua profesora de la desaparecida se unen en colorido grupo en medio de ese pueblo desconocido para ellos.

Como es habitual en este tipo de literatura, las pistas van y vienen en la trama y los personajes secundarios -algunos estupendos como el grupo de jóvenes skins- introducen en la búsqueda diversas tonalidades que hacen que no te aburras con el paso de las páginas. Tambiés es extraordinaria la capacidad del autor de introducir elementos metaliterarios de gran nivel o los acertados momentos de vigilia o ensoñación.

Si no has leído a Somoza te recomiendo que empieces por otros libros más espectaculares o atrayentes -y que más encajan con la idiosincrasia de la página- como pueden ser La Dama número trece o Zig Zag, pero no duddes en adentrarte en esta trama andaluza si sólo recuerdas maravillas de este prolífico escritor. No te decepcionará. Por cierto, sacará pronto una nueva novela Habrá otro día Somoza.

miércoles, 6 de abril de 2016

CINCO ESQUINAS DE MARIO VARGAS LLOSA

"Si hay un tema que permea, que impregna toda la historia es el periodismo, el periodismo amarillo, el periodismo del escándalo, como un arma política para desprestigiar y aniquilar moralmente a todos sus adversarios. Al mismo tiempo, también está la otra cara, cómo el periodismo, que puede ser algo vil y sucio, puede convertirse de pronto en un instrumento de liberación, de defensa moral y cívica de una sociedad. Esas dos caras del periodismo son uno de los temas centrales de Cinco Esquinas."

Corren los años 90 y Lima se desangra entre los secuestros extorsivos y la violencia de Sendero Luminoso. El toque de queda obliga a Chabela a quedarse a dormir en la casa de su amiga Marisa. Y así, en medio de la noche, casi por casualidad y sin previo aviso, nace una pasión inconfesable. Las amigas se convierten en amantes.

Marisa está casada con el exitoso empresario chileno Enrique Cárdenas, Quique para los amigos. Uno de ellos y muy bueno es Luciano, el marido de Chabela, un intachable y conservador abogado. Ambas familias representan lo mejor de la sociedad limeña. Y mientras las amigas se entregan a su aventura amorosa, Quique recibe en su oficina a Rolando Garro, el inescrupuloso director del semanario amarillista Destapes, que viene a enseñarle las comprometidas fotografías de una orgía en la que el empresario participó hace tiempo y quiere olvidar. En principio, el periodista no parece dispuesto a extorsionarlo, pero la reputación de Quique está en juego y angustiado recurre a su amigo Luciano. Juntos deciden esperar la próxima jugada de Garro que no tarda en llegar.

Cuando Quique lo despacha con cajas destempladas y Garro publica las fotografías, estalla finalmente el escándalo. Como si fuera poco, al día siguiente el cadáver de Garro aparece en el marginal barrio limeño de Cinco Esquinas. Y es allí dónde irrumpen dos personajes cruciales. Por un lado, Juan Peineta, un anciano recitador de versos y mediocre excómico televisivo al que Garro llevó a la ruina en otra época con sus hirientes artículos y al que intentarán cargarle el crimen. Y por el otro, Julieta Leguizamón, alias Retaquita, implacable reportera y fiel discípula de Garro, que no se detendrá hasta conocer la verdad sobre el asesinato de su jefe. Sus denuncias van contra Enrique Cárdenas, pero todo se alterará cuando la Retaquita reciba una llamada del Doctor, verdadero hombre fuerte en la sombra del régimen de Alberto Fujimori.

Cinco Esquinas es una gran novela coral de ágil diálogos y ritmo vertiginoso en el que el autor se sirve del marco y de algunos elementos del género negro -como bien hizo en el pasado con novelas como ¿Quién mató a Palomino Molero?, Lituma en los Andes o incluso la reciente El héroe Discreto- para llevar el relato más allá de una trama detectivesca.

Heredero de la mejor tradición realista, Vargas Llosa traza aquí un implacable retrato del Perú de Fujimori. Pero Cinco Esquinas no es sólo una novela política o de denuncia. Es mucho más que eso. El agudo escrutinio psicológico al que somete el autor a sus personajes, sin caer jamás en valoraciones morales ni juicios fáciles, abre el juego argumental a reflexiones de gran calado sobre la hipocresía y el cinismo, tanto de la clase dirigente como del establishment económico, o sobre la doble moral de unos y otros entre la esfera pública y la vida privada. Pero la novela también incita a reflexionar sobre la libertad de prensa y los peligros de la adulteración informativa -cuando el periodismo degenera en sensacionalismo -, o ya de plano, en la manipulación política de los medios bajo regímenes corruptos.

Tan intensa y cautivadora como incómoda en su trasfondo, Cinco Esquinas es el regreso del mejor Mario Vargas Llosa a su ámbito natural; la novela. Un regalo del noble peruano que se deja paladear con fruición y hará pensar al lector, tras un agridulce, desconcertante y ocurrente happy end.

lunes, 4 de abril de 2016

INES DEL ALMA MÍA DE ISABEL ALLENDE

"El héroe de las campañas de Flandes e Italia, de las revueltas del Perú y la conquista de Chile, el militar más famoso y valiente del Nuevo Mundo, no se atrevía a enfrentarse a una mujer y por eso llevaba dos meses escondido en una nave".

Me lo pensé varias veces antes de animarme a leer Inés del Alma Mía de Isabel Allende. El título me sugería una novela romanticona escrita a modo de cartas de amor entre Pedro de Valdivia, conquistador y fundador de Chile, y su valerosa amante, Inés Suárez. Acababa de leerme La Malinche de Laura Esquivel y no quería volver a tropezar con una de esas escribientes hispanoamericanas que publican para mujeres de clases altas que leen un rato mientras se les seca la pintura de los pies. Me lo pensé varias veces porque son muchos los críticos que catalogan a Isabel Allende como una mala escritora, una mala copia de los grandes maestros del boom latinoamericano. 

Por esa regla la Casa de los Espíritus sería algo así como una hija bastarda de Cien Años de Soledad. Yo pienso que hija sí lo es; pero sobre lo de bastarda tengo mis dudas. Porque si  bien al principio se nota a la autora pisando cautelosa sobre terrenos ajenos, ya avanzada la novela camina sobre firme, encontrando su propio tono y estilo. La Casa de los Espíritus es una de mis novelas favoritas y la razón de que a pesar de las dudas decidiera darle a Isabel Allende un voto de confianza para entrar en las páginas de Inés del Alma Mía.

Para mi sorpresa la novela no es ni de lejos una novela epistolar de corte romántico, sino una crónica autobiográfica -¿quién demonios elige los títulos de las novelas?- La autora construye su narración desde el respeto a una extensa investigación documental y a sus orígenes mestizos. Este dato es importante porque no es fácil para los escritores iberoamericanos enfrentar el tema de la conquista sin lastimar fibras patrias. Además, Isabel Allende ha defendido el rescate, para la literatura, de personajes femeninos llenos de fuerza y pasión y la extremeña Inés Suárez encaja a la perfección con este perfil. Pero ¿qué ocurre cuando el personaje femenino pertenece a esos "extraños enemigos" sobre los que se ha construido la identidad nacional americana durante los últimos doscientos años? La autora comete el acierto de no limitarse a juzgar sino a tratar de entender.

¿Qué llevó a esos hombres y mujeres de Castilla a dejar su tierra en busca de un Nuevo Mundo? Para la historia oficial de los países americanos sólo existe una respuesta: su ambición desmedida por el oro. Pero la realidad es mucho más compleja. Allende dedica los dos primeros capítulos de la novela a narrar la realidad española de la época: sus guerras en Flandes y en Italia, sus conflictos internos, el perfil de sus habitantes, las historias de sus protagonistas antes de cruzar el mar océano. Es a partir del tercer capítulo que empieza a contarse la expedición de la conquista de Chile y la fundación y construcción de la ciudad de Santiago.

Uno podrá cuestionarse si es realmente necesario que la autora dedique tantas páginas a ambientar la historia que quiere contar, pero para cuando empieza la aventura de Chile el lector es plenamente consciente de que el protagonista, Pedro de Valdivia, no es un oportunista cualquiera, sino un valiente soldado del emperador Carlos V que combatió en Flandes y en Italia; para cuando empieza la aventura de Chile el lector es consciente de que no a todos los conquistadores les movía su sed de oro; a los verdaderamente grandes les movía algo más profundo; la necesidad de "dejar fama y memoria".

La historia de la conquista de Chile, como la conquista de América en general, es una historia fascinante y desgarradora que se cuenta por sí sola. No necesita demasiados artificios literarios para atrapar al lector. Algunos de esos artificios te los ofrece la misma realidad iberoamericana....En Inés del Alma Mía la autora se encuentra una y otra vez con historias casi mágicas que no puede ignorar y que deja que pueblen su relato: la aparición a caballo del apóstol Santiago en su encarnizada lucha contra los indios, el descubrimiento milagroso de un ojo de agua en pleno desierto de Atacama, cuando ya la expedición estaba al borde del colapso, las predicciones sabias de su fiel india y yanacona que sabe siempre lo que va a ocurrir antes de que ocurra...

Los ejemplos son abundantes; sin embargo no es una novela de aventura y fantasía contada para celebrar la conquista. La autora no se censura a la hora de enumerar las atrocidades cometidas por los españoles contra los pueblos nativos -sería injustificable e imperdonable que no lo hiciera-. Siento que ese es uno de los grandes aciertos de la novela: esa sensación de grandeza y miseria, de aventura y lucha, de orgullo y vergüenza , que transmite en cada una de sus páginas. Porque ese es el origen de la historia nacional de los iberoamericanos y por eso les cuesta tanto reconciliarse con su pasado.

Los personajes además, son reconstruidos por las circunstancias: el Pedro de Valdivia original: soñador, noble y amante termina convertido en un gobernador despótico, sanguinario -hay páginas sobre los castigos a los indios mapuche que destrozan al lector más insensible- y amargado. Su trágica muerte en el capítulo final (perdón por el spoiler pero es Historia) se agradece como justicia divina. Inés, mientras tanto, protagonista indiscutible de la novela, se eleva como la gran mujer al lado del gran hombre sin cuya participación la conquista, fundación y construcción del Reino de Chile no hubiera sido posible.

Sólo un gran defecto le veo a la novela: a la autora se le olvidó novelar. El enfoque elegido de la crónica autobiográfica queda aplastado por la propia historia que se lee más como un ensayo bien contado que como una buena novela. A la autora le sobraron conocimientos y buenas intenciones pero le faltó el talento del escritor que sabe lo que quiere contar y sabe cómo contarlo. Y al final se le nota la prisa, la necesidad de terminar una historia de la que todavía le queda mucho por decir, una historia a la que le crecen nuevas historias -la guerra de la Araucaria frente al fascinante mapuche Lautaro-, una historia enorme, la conquista de América, sobre la que todavía queda mucho por escribir, discutir y, sobre todo, novelar con maestría. 

jueves, 17 de marzo de 2016

HISTORIA DE UN CANALLA DE JULIA NAVARRO

Esta novela supone un audaz cambio de registro de Julia Navarro que sorprenderá a sus lectores habituales. Historia de un Canalla es una implacable indagación de la condición humana que refleja con maestría la ambición, la codicia y el egoísmo del ser humano. En este sentido podríamos decir que estamos ante la novela más psicológica de Julia Navarro.

Es también una novela actual, urbana y cosmopolita, ambientada entre Nueva York y Londres, con un par de breves incursiones en España. La trama se sustenta sobre dos ejes como telón de fondo: el mundo de la comunicación y el de la política. Las sombras del poder, los hilos que se mueven para conseguir los objetivos políticos a cualquier precio y la relación de dependencia entre el periodismo y la política son algunos de los principales temas del libro.

Impactante y desgarradora, la narración de Thomas Spencer de los momentos que le llevaron a triunfar como publicista y asesor de imagen, desde los años ochenta hasta la actualidad. Describe con gran acierto y sobrecogedor realismo los turbios mecanismos de los que se sirve el poder, así como el sofisticado escenario que las grandes fortunas y los medios de comunicación ponen al servicio de los políticos, en ocasiones simples actores en una representación escrita por otros. Una narración absorbente por la que desfila todo el esplendor y la miseria de una época, al tiempo que desnuda la verdadera esencia de quienes manejan los hilos de nuestras vidas.

La impúdica confesión de Thomas Spencer interpela al lector sin tregua y nos obliga a ver la naturaleza del poder en toda su crudeza a través de la historia del mayor de los canallas. Historia de un Canalla narra la vida del protagonista desde su infancia hasta su madurez. Thomas es un canalla en el estricto sentido de la palabra, una persona mala, mezquina, con rasgos casi psicopáticos que intentará hacer todo lo posible y lo imposible para conseguir todo aquello que se le antoja.

El presente libro es, ante todo, una obra original y arriesgada que se estructura en cuatro partes: infancia, juventud, madurez y declive. Junto al protagonista Navarro nos presenta a un buen número de personajes secundarios que permiten al lector contrarrestar la antipatía que puede llegar a sentir por el villlano Thomas Spencer, malo malísimo dónde los haya. Esther, Yoko, Blanca...Las mujeres son, a mi juicio, el punto débil de la obra de Julia Navarro. Y es que, si  bien permiten al lector desarrollar la empatía que no puede sentir hacia el personaje principal, les falta un poco de garra para hacer frente al malvado Thomas. ¿Cómo pueden estas mujeres seguir con ese hombre después de todo lo que hace? En algunos casos, supongo que es inevitable, pero en otros no logro entenderlo. Aún así, el espectro de secundarios es amplio y muy variado, lo que dota de un mayor dinamismo a la trama.

Navarro aprovecha los viajes del protagonista a tierras ibéricas para exponer su visión de los españoles y su forma de vivir la vida, presentando la capital de nuestro país como la ciudad cosmopolita e insomne que es. Quizá el gran pero de la historia son los altibajos de una trama que se presenta tremendamente dinámica y adictiva en los primeros capítulos y que va perdiendo fuelle ligeramente en el  último tercio del libro. Afortunadamente este ritmo irregular se compensa en gran medida con la pluma elegante y pulcra de la escritora quien, a través de diálogos ingeniosos y descripciones visuales y precisas, sabe llegar al lector y meterlo de lleno en la trama que, sin duda alguna no le habrá resultado nada fácil de crear.

Historia de un Canalla es una novela de personajes de manual. La autora juega inteligentemente con el lenguaje para describir los pensamientos y apuntes psicológicos de los personajes. Por ejemplo, para reforzar la paranoia de Thomas en los capítulos finales, abusa de las repeticiones tanto de ideas como de construcciones sintácticas.

En resúmen, Historia de un Canalla es una entretenida novela sobre la maldad y la condición humana, en la que juegan un papel fundamental la política y la comunicación. Aunque la novela pierde intensidad hacia el final, gracias al correctísimo estilo de Julia Navarro y a sus ingeniosos diálogos, el lector podrá disfrutar de una historia original y muy diferente de lo que la literatura española actual nos tiene acostumbrados. Totalmente recomendable.

miércoles, 9 de marzo de 2016

MELOCOTONES HELADOS DE ESPIDO FREIRE

Melocotones Helados ganó el Premio Planeta 1999. Entonces se recalcó mucho que el premio caía en una mujer que además era joven. Enarbolar este argumento como si estuviéramos en la época de Nada fue un tanto penoso pero tal vez comercialmente eficaz.

En cambio, la constelación propagandística puede nublar la consideración del valor literario de la obra y ser, por tanto, perjudicial. Quizá hubiera sido mejor esperar a que la niebla se disipase y separar la obra de su acompañamiento de timbales.

Digamos antes que nada que Melocotones Helados es una novela digna, en general  bien construida, que revela una notable ambición artística. Se entrelazan en ella varias historias en torno a una familia que se extienden casi a la manera decimonónica, a lo largo de varias décadas: la misteriosa desaparición de la niña Elsa a los nueve años; la vida del abuelo Esteban -que en cierto modo abarca la de los demás- desde su juventud, marcada por la relación con Silvia Kodama, hasta su vejez ensimismada; las historias, que en algún momento confluyen, de las dos primas Elsa grande y Elsa pequeña, víctima esta última de una implacable secta llamada Orden del Grial, cuyos miembros "defendían unas creencias místicas y una vida de guerreros" y además atentaban contra los bienes de los que consideraban enemigos -quemaban sus casas o sus negocias, propinaban palizas, mataban-.

Hay también otra línea argumental sostenida, que comienza con los anónimos amenazadores que recibe Elsa grande y desemboca en la feroz venganza contra Elsa pequeña llevada a cabo por los violentos adeptos del Grial.

Todas estas historias, junto a otras más desdibujadas, se encierran en diez capítulos y un epílogo. La segmentación de cada capítulo en numerosas secuencias permite fragmentar la historia en momentos y etapas diferentes, de modo que la narración rompe el orden cronológico y la linealidad del relato con saltos temporales que tratan de producir en el lector la sensación de que su mirada recoge al mismo tiempo y tiene presente, como en una gigantesca panorámica, el medio siglo de vida que comprende la novela. Así, la primera secuencia del capítulo inicial recuerda elusivamente la desaparición de la niña Elsa, mientras que la segunda narra la llegada de Elsa grande -muchísimos años después- a la casa del abuelo en Duino, y la tercera vuelve atrás, a la llegada en Desrein de las primeras cartas amenazadoras que provocarán la marcha de Elsa. La cuarta secuencia comienza con la determinación "dos meses antes", y existen saltos en un sentido y otro más bruscos aún. Esta técnica comporta algunas repeticiones deliberadas que, a la manera de estribillos, cumplen funciones mnemotécnicas y de enlace, como nexos que ayudan a relacionar secuencias distantes a fin de que no se pierda el hilo de la narración.

En general, la trama constructiva es sólida, aunque haya desequilibrios en la selección de las informaciones y del material narrativo. Algunos hechos tienen una sobrecarga de datos cuya necesidad no se advierte, mientras que otros se resuelven de modo más esquemático. Todo lo referente a la Orden del Grial -con el acertadísimo escamoteo de su desenlace, es tan cauteloso y elusivo que el lector puede interpretarlo como intencionada parábola de la actualidad -a lo que ayudan factores como los topónimos imaginarios: Duino, Lorda, Desrein, Virto- o de modo más directo y literal. De hecho, hay pasajes que invitan a una lectura entre líneas. La historia de Desrein, por ejemplo,  convierte el lugar en un microcosmos, en representación de todo un país.

En el lado contrario, numerosas escenas tienen todavía cierto regusto costumbrista, y los personajes -el abuelo, Silvia, Antonia, la tata y otros- resultan previsibles porque su tratamiento no es suficiente para hacerles sobrepasar la barrera de lo convencional. Tan sólo Elsa grande y su amiga Blanca -y, en menor proporción un tipo secundario como César- se destacan entre un conjunto de siluetas borrosas. La construcción del relato, medida y de ritmo dosificado, es muy superior a la creación de personajes, que se resienten de cierta superficialidad. El estilo de Espido Freire, que exhibe de vez en cuando matices poemáticos -confróntense la apertura y el cierre de la novela, sin más- será más eficaz cuando pode cierta frondosidad de elementos no esenciales y transmita más decididamente su percepción de la historia. De momento esta novela permite concederle un amplio crédito.

La prosa de Espido Freire se encuentra muy por encima de la calidad media habitual, aunque la obra contenga algunos lugares que convendría extirpar. Son descuidos o usos poco recomendables que disuenan en un conjunto como éste: "Había escondido sus hábitos por demasiado tiempo", "echó a faltar a su guía", "se había dignado a escribir", "por lo normal ella caminaba en silencio".  Pocas caídas y leves, para una novela extensa y bien escrita.

viernes, 19 de febrero de 2016

MARIO Y EL MAGO DE THOMAS MANN

En el mundo hay abundancia de atajos para llegar a ciertas clases de belleza. Caminar junto a Hans Cartorp en lo que constituye una travesía hacia su propia interioridad, escuchando a hurtadillas las entusiastas pláticas que entablan Ludovico Sellembruni y Leo Naphta o sumergirse con Gustav Aschenbach en los inescrutables abismos de la crisis espiritual de conciencia, equivale a recorrer no ya un atajo, sino un tortuoso a veces, y fascinante otras, camino que se cimienta y suspende sobre una inequívoca base: el entusiasmo por la belleza. Y ese sendero que se bifurca a la manera de Borges, se pierde en la noche de los tiempos, y por fín se vuelve a unificar, nos lleva siempre a Thomas Mann, al sempiterno Thomas Mann.

Lo cierto es que obras como La Muerte en Venecia o La Montaña Mágica, me dejaron tan profundamente impresionada, que intentar traducir lo que he experimentado con la lectura de ambos prodigios artísticos, por medio de las palabras, está fuera de mi alcance y supondría un atrevimiento que, por otro lado, no estoy dispuesta a cometer.

Mi entendimiento, si los santos del cielo acuden en mi ayuda, como cuando el gaucho Martín Fierro los invocaba para contar su historia, quizá sea propenso sí, a trasladar algunas ideas -nada novedosas- que guardo en mi interior después de la lectura de la brevísima novela Mario y el Mago.

En esta novelita -"novelita" solamente por su extensión, y de ningún modo por su profundidad, como se podrá deducir- Mann, a diferencia de los libros antes citados, se vale de un narrador en primera persona para describir una anécdota: la estancia de una familia extrajera en Torre di Venere, un (ficticio) pequeño balneario italiano, situado sobre la costa del Tirreno. 

El padre refiere algunas de las desagradables situaciones que él y los suyos debieron de soportar al poco tiempo de su llegada, como la intransigencia con que el administrador del hotel les hizo desalojar las habitaciones que ocupaban por pedido expreso de miembros de la nobleza romana, a causa de una tosferina que su hijo ya había superado, aunque esto último, dictaminado por un médico, no fué óbice para que la bizantina decisión fuese alterada; o la escandalizada reacción de algunos lugareños por la autorización que el narrador y su mujer le dieron a su niña de ocho años para quitarse el bañador en la playa, a fin de sacarse la arena que llevaba encima; suscitándose finalmente con motivo de esta nadería disfrazada de inmoralidad, una acción punitiva contra el matrimonio que se vio obligado a pagar una multa en el Municipio.

Sin embargo, el escritor alemán pone el acento en otro incidente, a primera vista igual de intrascendente que los ya mencionados, pero que en una lectura menos lineal, se revela al mismo tiempo, como la razón de ser y la metáfora de la novela: la presencia en el pueblo del mago Cipolla, un artista extraordinario que fusiona en su espectáculo ardides con barajas, juegos de prestidigitación y, lo más impresionante, hipnotizaciones múltiples.

Cipolla se deja ver, a lo largo de su inextinguible y somnífera presentación, como un personaje avasallante, con tintes arbitrarios, que somete y humilla sin concesiones a su propio público, pero al mismo tiempo, como un líder que amansa con una facilidad suprema a los desorientados espectadores que se muestran empecinados en presentarle batalla. El Cavaliere no conoce de fracasos ("me envanezco de tener casi siempre una buena noche" dice al inicio del espectáculo) y lo cierto es que ejecuta cada uno de sus trucos con tanta confianza en su propia persona, que la resolución exitosa de los mismos parecería estar asegurada de antemano. Como comenta Francisco Ayala, traductor al español de algunas de las obras de Mann: "este mago de feria, que por dos veces ha alzado su mano derecha haciendo el saludo romano, y que por último sugestiona al inocente camarero Mario para que, entregado por entero a su albedrío, haga el ridículo en una patética y fufa transferencia de sentimientos, no hay duda de que representa a Mussolini, entonces en el apogeo de su gloria" Del mismo modo, es válido interpretar la generalidad del escenario que Thomas Mann traza por medio de su romántica pluma como una caricaturización, o mejor aún, como una alegoría maestra de la pujante ola de fascismo que en 1919 (año en que el alemán escribió la novela) se cernía, con su culto al nacionalismo y al Estado omnipresente, sobre la geografía italiana.

No obstante, Mann nunca avaló dicha interpretación; más bien se mostró reacio a aceptarla. Es lógico que su postura fuera esa, pues reducir su obra a un movimiento político efímero, significaría quitarle trascendencia, más allá de la obvia referencia al régimen de Mussolini. Por el contrario, si escrutamos con profundidad los rasgos esenciales que se esconden tras la mirada penetrante del mago Cipolla, si analizamos en extensión el comportamiento servil y decadente de la mayoría del público, y si por último, nos identificamos con el pasmado matrimonio extranjero que contempla aquel fastuoso y descomunal desfile de sugestión y poderío junto a sus no menos asombrados hijos, quizá comprendamos que Mann no nos habla solamente del Duce y sus seguidores; nos habla de la condición humana y de peculiaridades inherentes a ella.

LOS BESOS EN EL PAN DE ALMUDENA GRANDES

Tras cinco años de saturación  informativa sobre la crisis novelarla conlleva ciertos riesgos. Más si se pretende ofrecer un amplio panorama de ella y el tratamiento formal responde a las premisas del social realismo. Almudena Grandes nunca fue ajena a la concepción de la novela como crónica histórica y épica menor, especialmente en el reciente ciclo de los Episodios de una Guerra Interminable, pero ahora se aparta provisionalmente de ese marco y se detiene a mirar el presente. En su nueva novela Los Besos en el Pan, narra las historias de una apretada gavilla de gentes que habitan un barrio del centro de Madrid. 

A modo de pórtico se presentan las grandes coordenadas de ese espacio con figuras, así como las grietas abiertas recientemente. También se explica allí el propósito y el enfoque que amarran estas páginas, a modo de un directo alegato contra el olvido impuesto, contra el miedo paralizante, y a favor de recuperar la rabia y la dignidad perdidas.

Los Besos en el Pan es una novela coral, llena de noticias de aquí y ahora, que como en un gran fresco, pinta un año en la vida de estas gentes que se reparten en tres generaciones, ofreciendo así el contraste del tiempo.  En su mayoría pertenecen a las clases medias y populares, con predominio de las figuras femeninas y perfiles que permiten a la autora desarrollar sucesos o situaciones representativas: el hambre infantil en las aulas, desde la maestra Sofía Salgado, el desmantelamiento de la Sanidad Pública desde la ginecóloga Diana y sus compañeros, las estafas bancarias (hipotecas o preferentes) desde el arquitecto técnico Sebastián o el joven Toni, la amenaza de las competidoras chinas explotadas por las mafias desde la peluquera Amalia, la tentación yihadista de Ahmed desde la miseria y la desesperación en que vive su familia....Hay además periodistas, policías, emigrantes de variadas procedencia, adolescentes combativos, universitarios, amas de casa, una asistenta, parados de larga duración....

La ligazón entre las numerosas piezas de este puzle está muy bien resuelta a partir de los lazos familiares, la amistad, las relaciones laborales o la frecuentación de espacios como el bar, la peluquería o el edificio ocupado, si bien más de un percance o situación se fía en exceso a la casualidad y la coincidencia.

Como es una novela que avanza en superficie, ramificándose la ley del suma y sigue rige un relato dónde no todas las ramas tienen el mismo alcance ni el mismo peso. En rigor no hay personajes, sólo tipos representativos; y algunos sólo están para añadir otra nota a un friso más vasto que profundo. De los enfocados en primer plano, eso sí, sabemos bastante, porque en Los Besos en el Pan predomina lo contado frente a lo representado o propiamente novelado.

Es ante todo el narrador quien nos explica las pulsiones, problemas, caprichos, gustos, rencillas, afectos, temores... de estas figuras. Y aunque hay bastantes escenas dialogadas falta tensión en el lenguaje y variedad de registros. La crítica o denuncia se apoya más en la descalificación directa, el melodrama y el énfasis, que en otros posibles recursos, no necesariamente más complejos pero sí más elaborados y sutiles. 

Por otra parte, la voluntad de trasladar al relato una referencia moral y una función social paga su tributo al maniqueísmo. Casi todos los "protagonistas" son buena gente, muy comprometida; perversos como el corrupto Juan Francisco González entran en escena sólo de refilón; y los que no resultan demasiado ejemplares (un viejo militar, una burguesita ociosa, cotilla y compradora compulsiva) acaban por tomar conciencia y enmendarse, de acuerdo con una línea narrativa y un discurso dónde el mensaje es siempre palmario.

Lectura entretenida, que celebrarán quienes gusten de ver en una novela lo que está a la vista y ellos ya conocen. Más si coincide con la vida propia. O con sus opiniones. 

viernes, 22 de enero de 2016

LA SOMBRA DEL EUNUCO DE JAUME CABRÉ

Jaume Cabré definió la Sombra del Eunuco como un ejercicio de lucidez. El protagonista, Miguel Gensana, un hombre que roza los cincuenta, se plantea si tiene sentido lo que ha hecho durante su vida. Toda la novela transcurre durante una cena con una chica, precisamene en la casa solariega de su familia, en Feixes, ahora transformada en restaurante. Y es a lo largo de esta cena que Miguel Gensana se plantea "en qué momento se había agrietado su vida", y hace todo un ejercicio de lucidez a la hora de revisar su pasado.

Miguel Gensana pertenece a la generación que vivió la militancia política de los años sesenta, y luchó contra el franquismo, que vivió la clandestinidad. Ahora, después de la transición y ya desde la democracia, la distancia permite una mirada irónica de aquella realidad. 

Profundamente insatisfecho, y con una mirada eternamente triste, Gensana es también un personaje enamoradizo, que no acaba de desenvolverse bien con las mujeres. Podría redimirse a través del arte, pero siente la frustración de quien no es creador, sino sólo crítico. El querría ser el poeta, el novelista, el músico..."el artista" criticado, pero se siente perennemente estéril porque "cuando mira atrás, el crítico ve la sombra del eunuco".

Cabré se plantea la construcción de un universo, de todo un mundo. Es una novela total (precisamente la palabra "todo" abre y cierra la narración). La evocación del pasado (la única cosa que poseemos con seguridad", según la cita de Evelyn Waugh que encabeza el libro) del protagonista enlaza con la narración de las historias de otros personajes de su estirpe, de la que destaca un tierno, sensible y reiteradamente decepcionado tío Maurici. Un par de árboles genealógicos, uno oficial y otro de "verdadero, desconocido y cierto" de la familia Gensana (el apellido también recuerda a la genética), ayudan al lector a no perderse entre la profusión de tramas, conflictos y nombres. 

El protagonista, que como dato curioso, nació el mismo día, el mismo mes y el mismo año que el autor, es el último de la estirpe: con él acaba la casta y el hecho de que la cena se suceda en la antigua casa familiar, ahora convertida en restaurante, es también un símbolo de esta extinción.

Los personajes de la familia, especialmente Miguel y Maurici, van adquiriendo diferentes sobrenombres y motivos, en función de los acontecimientos que viven y de la forma como actúan, como si de reyes medievales se tratara. Miguel Gensana pasa a ser, sucesivamente, Miguel II Gensana el Indeciso, Miguel II Gensana el Intelectual, Miguel Che Gensana, Miguel Marlowe Gensana, Miguel II Gensana el Catecúmeno, San Miguel Gensana, el Comunista de Origen Cristiano, Miguel II Robin Hood Gensana, Miguel II Gensana Sobrino-Nieto, Miguel II Gensana el Apóstol de la Ortodoxia, Miguel II Gensana Liberado de Toda Carga Fatigosa Excepto la del Recuerdo, Miguel II Gensana el Hijo Pródigo, Herr Michael Gensana, doktor in Freundschaff por Heidelberg, entre muchos otros. De este modo, los diferentes bautizos del personaje afilian a una generación "que se ha hecho a golpes de apostasía".

Esta novela, una forma de hacer música con palabras, es una mímesis del concierto para violín y orquesta de Aban Berg, que acabó dos meses antes de morir, precisamente a los cincuenta años, el verano de 1935. Está dedicado "a la memoria de un ángel", título de la segunda parte de la novela. (El título de la primera parte, "El secreto del aoristo", de referencias gramaticales, nos adentra rápidamente en el pasado). 

Cierta aspereza estilística que se puede encontrar en la novela evoca al pantonalismo. En la Sombra del Eunuco, Cabré inaugura una nueva forma de narrar: el uso de la primera y la tercera personas narrativas en la misma oración. Como en una especie de zoom, el narrador se acerca más o menos al personaje en función de la persona narrativa a escogida. Pero la originalidad de la forma narrativa va acompañada de un extraordinario dominio del lenguaje, con múltiples referencias poéticas y musicales.

Los diferentes registros, coherentes siempre con el personaje y la situación (como el catalán de algún miembro de la resistencia o el prenormativo del antepasado poeta), enriquecen una espléndida novela sobre el arte, sobre la música, sobre la existencia.

jueves, 21 de enero de 2016

LA ISLA DE ALICE DE DANIEL SANCHEZ ARÉVALO

Daniel Sánchez Arévalo, autor finalista al Premio Planeta 2015 por su libro La Isla de Alice es director, guionista y productor. Empezó en el mundo del guión pero pronto se pasó al cortometraje con títulos como Gol! (2002), Express (2003) o Profilasis (2003). En 2006 dirigió su primer largo Azuloscurocasinegro con el que ganó tres Goya. Después vendrían Gordos (2009), que tuvo ocho nominaciones en los Goya, Primos (2010) y La Gran Familia Española (2012).

La Isla de Alice se presenta como un trabajo que oscila entre el thriller y el viaje emocional, una historia de superación que se convierte en un relato de personajes caracterizado por una gran peripecia. Según el autor éste era un proyecto de escritura que le había llevado seis años y que le había permitido liberar muchos de sus demonios. Según él el premio era una especie de  bienvenida al mundo literario. 

Intimista, divertido y dramático, como en muchas de sus películas, el autor hace a través de una protagonista femenina como Alice, un retrato fiel de la sociedad americana.

"Había hecho todo lo contrario de lo que hay que hacer en una circunstancia semejante. Cuando caes al mar sin nada a la que aferrarte. Hay que tumbarse  boca arriba y flotar, sin malgastar energía. Y yo había estado chapoteando en el agua, desesperada por mantenerme a flote, y me había quedado sin fuerzas. Mi cuerpo empieza a a pesar demasiado". 

La novela está narrada en primera persona por una protagonista llena de matices, irreverente consigo misma,  valiente pero también asustadiza, dispuesta a todo por descubrir la  verdad y al mismo tiempo temerosa por descubrirla.

Cuando Chris muere en un accidente de coche sospechosamente lejos de dónde debería estar, la vida de su mujer, Alice, con una niña de seis años y otra en camino, se desmorona. Obsesionada por saber de dónde venía su marido, comienza una persecución de sus movimientos a través de las cámaras de vigilancia de los lugares por los que pasó, Así llega a Robin Island, una isla de la que nunca había oído hablar. Decide seguir adelante y averiguar por qué y para qué viajaba su esposo a esa isla perdida.

A pesar de tener miedo de descubrir unos hechos que pueden hacerle mucho daño, Alice decide lanzarse a una búsqueda que conllevará muchos cambios. Iniciará una labor detectivesca que va a implicar a un gran número de habitantes de la isla. Utilizando todo tipo de artimañas se entregará a cuidar de sus hijas y a descubrir el misterio que oculta la isla.

"Allí estaban todos juntos arracimados. Todas las piezas revueltas del mapa de mi tesoro. ¿Qué serían trescientas, cuatrocientas vidas por descifrar?"

Poco a poco y en su afán por descubrir el secreto de Chris, Alice empieza a controlar a los pocos habitantes de aquel paradisíaco espacio, y sin quererlo se convierte en su guardián. Es el  vigía que se preocupa por sus vigilados e incluso los salva de sí mismos en más de una ocasión.

Porque Alice va conociendo todos los secretos de sus vecinos, desde las peleas maritales hasta el alcoholismo. Lo que comienza siendo una historia de intriga acaba convirtiéndose en una historia de amor o de amores, porque hay amor de muchas clases entre estas páginas.

HOMBRES DESNUDOS DE ALICIA GIMENEZ BARTLETT

Hombres Desnudos sigue los pasos de dos personajes. Por un lado Irene, una mujer al frente de una empresa heredada de su padre, que ha acusado los efectos de la mala situación del país, recibe a su marido, abogado que trabaja para ella, que le explica que quiere romper con el matrimonio tras haber iniciado otra relación con una mujer más joven.

De forma paralela, Javier, profesor de Literatura de refuerzo en un centro educativo es puesto de patitas en la calle por las monjas que lo dirigen. Mientras se alarga el tiempo que pasa en el paro, se estropea cada vez más la relación con su pareja, que continúa en su puesto laboral. Cuando Iván, un chico del extrarradio que trabaja como stripper al que acaba de conocer, le propone que trabaje con él, inmediatamente se niega. Pero después reconsiderará su decisión.

El encuentro entre Irene y Javier tendrá trágicas consecuencias. El desenlace es inesperado.

Se trata de una novela de peso, bien construida, con un lenguaje dinámico, escrita a base de monólogos de los personajes. Lo que ocurre se conoce en una primera persona a través de los pensamientos de los dos protagonistas, Irene y Javier, pero también intervienen los personajes secundarios, de forma brusca, sin ningún tipo de advertencia, lo que no supone ni de lejos que el lector se vaya a perder.

Con esta técnica Alicia Giménez Bartlett demuestra tener una enorme capacidad de observación, pues resultan bastante creíbles todos los personajes que intervienen. Sobre todo se luce con el lenguaje de los mismos, aunque pertenezcan a distintas clases sociales. La filóloga de formación capta sobre todo muy bien la forma de hablar de los que son de clase alta, que mezclan vocablos cultos con expresiones de la calle, para hacerse los modernos.

Llega la novela en el momento justo, pues estudia la España posterior a la crisis, cuando las consecuencias económicas han producido cambios de mentalidad que se creían imposibles. Los mismos afectados se sienten extraños cuando se dan cuenta de que su idealismo, que creían inmutable, ha desaparecido por una cuestión de necesidad.

Pero Hombres Desnudos aporta sobre todo una inteligente reflexión sobre la situación actual de una sociedad que parece haber conquistado (con algunos puntos pendientes) la igualdad entre géneros, pero que a cambio vive un momento de desorientación tanto de hombres como de mujeres. Por eso una empresaria que además atraviesa una decadencia económica, no encaja bien haber sido abandonada, no sabe cómo reaccionar. Y un profesor de Literatura, hasta entonces progresista, desarrolla cierto complejo de mantenido, y acaba dando al traste con una relación que parecía ideal.

Tanto a ellos como a ellas les  vendrá bien pensar sobre estos temas durante la lectura de la novela. Sorprende continuamente con algunos hallazgos, por lo que resulta bastante grata.