lunes, 1 de septiembre de 2014

LA HIJA DEL CANIBAL DE ROSA MONTERO

Lucía y Ramón llevan juntos diez años, unidos más por la costumbre que por el amor. Deciden pasar el fin de año en Viena, pero en el aeropuerto, minutos antes de que salga el vuelo, Ramón desaparece. Tras denunciar el caso a la policía, Lucía emprende la búsqueda por su cuenta acompañada de dos personas singulares: Adrián un turbador muchacho de veintiún años y Fortuna, un viejo anarquista de ochenta, antiguo torero y pistolero con Durruti: Esta es la historia de un misterio que pugna por desvelarse: el de la desaparición de Ramón, pero el del sentido de la existencia.

La Hija del Caníbal  incluye, junto a la trama policíaca y el elemento paródico, las memorias del viejo Felix que rastrea sin muchas pretensiones históricas la vida del anarquismo en España. A su vez, las reflexiones de la protagonista ocupan un espacio considerable en la obra. Esta combinación de elementos narrativos nos lleva a interrogarnos sobre el papel que juegan las estructuras del relato policíaco y la parodia en el conjunto de la novela.

Lucía asume el rol masculino que anhela combatir. La parodia se activa con la copia dialógica de las ideas machistas y tiene por objeto subvertir el lenguaje patriarcal. En la Hija del Caníbal la narradora advierte al lector que ella está escribiendo la novela. Desde las primeras páginas Lucía afirma que está escribiendo el libro como forma de encontrar su identidad. Es el motivo que constituye el núcleo temático de la novela: " Yo estoy convencida de que el arte primordial es el narrativo porque para poder ser los humanos nos tenemos previamente que contar. La identidad no es más que el relato que hacemos de nosotros mismos.

La narradora juega con el lector. Comenta en varias ocasiones su tendencia hacia el invento y la mentira: "Es algo natural en mí, no puedo evitarlo; de repente se me dispara la cabeza y todo lo que pienso me lo creo".

Lucía está sumergida en un laberinto de sentimientos y contradicciones que tiene que ordenar para rehacer su identidad: La escritura llega a ser un medio de introspección de la protagonista y un análisis del acto narrativo. La narradora subvierte y transcontextualiza la imagen de la escritora en la novela, al mismo tiempo, con este recurso metaficticio, Rosa Montero ausculta la realidad con los parámetros de la ficción.

El elemento lúdico recorre todo este proceso paródico. No sólo la autora nos informa sobre su actitud jocosa y juguetona, sino que las situaciones que viven los protagonistas ponen de manifiesto la intención humorística del relato.

Rosa Montero ha escrito una magnífica novela: ágil, sabiamente construída y llena de humor y de emoción que retrata, a tres voces el paso de la juventud a la madurez, esa edad fronteriza en la que de nuevo se nos reordena el mundo y creemos poder descifrar el enigma de lo que somos.

viernes, 29 de agosto de 2014

CUENTOS DE FIODOR M. DOSTOIEVSKI

En los cuentos de Dostoievski en lugar de encontrarse el lector con el príncipe Myshkin de El Idiota, se topará con el narrador de El Sueño de un Hombre Ridículo. En lugar de Raskolnikov, Svidrigailov, Stavroguin o Iván Karamazov, se encontrará con Polzunkov, Iván Matveievich, Projarchin, Vasia Shumkov o Nastenka. Sin embargo, es de vital importancia decir que es precisamente en el relato breve y en el cuento donde el autor concentra con más intensidad el contenido filosófico de su obra.

Los héroes de sus cuentos están íntimamente ligados al conjunto de los grandes protagonistas de sus novelas, como si se les legara el don de proseguir por su cuenta la narrativa cambiando únicamente el nombre o el lugar de residencia. Por eso, la novela o el cuento de Dostoievski tienen una cierta circularidad que no permite desasirse de la continuidad de una idea, como si en el fondo no quisiera enterrar definitivamente a sus protagonistas, portadores de sus ideas.

Este pequeño detalle literario lo refleja claramente el autor al final de sus Memorias del Subsuelo, donde la obra es sólo un pretexto para seguir escribiendo y proseguir con otro héroe, en otro lugar y con otra historia. Así es como lo confiesa el autor al final, cuando dices que "no obstante, no terminan aquí las anotaciones de este ser tan paradójico", y que, sin poder contenerse, continuó escribiendo.

De este modo, no resulta extraño que lo grande y lo pequeño tengan una dimensión diferente en la obra del autor. Pues, si bien el delirio llevó a Iván Karamazov a dialogar con un diablo canijo y resfriado sentado en una silla frente a su cama, no sucederá lo mismo en los cuentos de El Corazón Débil o El señor Projarchin, cuyos delirios tienen otros matices. Se podría decir que el origen del mal de Iván Karamazov, así como el del pobre Vasia Shumkov, desbordado por el amor y por su cansina labor de copista, y también el del usurero señor Projarchin, conservan un cordón umbilical que los une a la concepción filosófica e histórica de Dostoievski.

Se trata del mal que asedia Europa y que se encarna y sintetiza en la historia y el devenir de ese San Petersburgo de Projarchin, donde las oficinas aparecen y desaparecen como por arte de magia y donde los librepensadores desempeñan un papel que se escapa a la comprensión. Todo ello, aún pareciendo conjugarse en cosmos distinto al de las grandes novelas del autor, no lo es; pues en él todo tiene una ligazón, una unión y un hilo conductor.

Aquella época de la gris influencia burocrática sobre el ser humano, anulado e insignificante como un mosquito, sólo tiene cabida en un Dostoievski eternamente preocupado por el hombre, al que quiere alertar del peligro burocrático, Su comienzo literario fue con Pobres Gentes, donde el funcionario Dévushkin, escribiente de profesión, lucha para no escindirse en su labor de copista, por lo que escribe cartas a cual más bella, puliendo el arte epistolar con tal de no quebrarse en vida, como le ocurrió a Vasia en El Corazón Débil.

Por todo ello, también el miedo a desaparecer de Projarchin, a esfumarse, en definitiva, entre la niebla y los fuegos petersburgueses, no dista de la extraña y fantasmal situación del esperpento en que se ve sumergido el individuo que habita la ciudad más burocrática del planeta, en la que resulta imposible sobrevivir sin desasirse de las catorce categorías que marcó la Tabla de rangos instituída por Pedro I el Grande.

En este sentido El Cocodrilo es una obra clave y sumamente importante por la alegoría que encierra en relación con el mal burocrático encarnado en la figura del pobre Iván Matveievich, tragado por un cocodrilo y que mora en las entrañas de la burocracia, mientras se devana los sesos en escribir algún nuevo tratado sobre el principio económico para convertirse en un nuevo Fourier.

Kafka debió de captar el secreto petersburgués y lo reflejó en sus obras, pero lo cierto es que de no existir Projarchin, Devushkin y Goliadkin, probablemente tampoco existirían ni George, ni Joseph K. ni Gregorio Samsa. Aquéllos se anticiparon geográfica y temporalmente a la obra de Kafka, a El Proceso, a La Condena y a La Metamorfosis.

Aunque el tema de los funcionarios tenga su raíz trágica, tal y como había plasmado Chéjov en La Muerte de un Funcionario, o Gógol en La Nariz, El Capote o Las Almas Muertas, sin embargo no le falta su pincelada de humor a todo cuanto se relacione con la vida de sus personajes, cuyos nombres propios, la mayoría de las veces, tienen un significado cómico.

El héroe suele enredarse en su apellido, en el que unas veces se confunde su identidad, y otras refuerza la carga que pesa sobre él. Una larga y dilatada trayectoria naturalista lega a Dostoievski la herencia de Gógol y Saltikov-Shedrín, que insistieron mucho en esa particularidad literaria rusa.

Otra particularidad del idioma ruso son los diminutivos de los nombres propios que no dejan de sorprender por su enorme variedad. Tal es el caso del cuento El Corazón Débil, en el que el lector tan pronto se topará con Vasia Shumkov como con Vasenka, Vasiutka, Vaska, Vasiuk o Vasinka, así como también con Arcadi o Arcasha. Lo mismo ocurre en El Ladrón Honrado con el borrachín al que mata su buen corazón y cuya moral no le permite morir sin confesar el robo. A este personaje el narrador de la historia se refiere de muchas formas: Iemeliá, Iemeléi. Iemelián, Iemeliúshka etc.

Toda esta variedad en la forma de nombrar a sus personajes obedece a un deseo de plasmar la complejidad del alma rusa, que el autor siempre consideró que sintetizaba el alma humana.

lunes, 4 de agosto de 2014

LOS AÑOS CON LAURA DÍAZ DE CARLOS FUENTES

La trama de la novela abarca un lapso de cien años, desde 1868 a 1968. La historia de la protagonista va siendo narrada al mismo tiempo que la historia del país. La intención del autor parece ser recuperar la parte femenina que ha quedado diluída en la historia de un país fundamentalmente masculino, dónde la herencia azteca, árabe y española la ha marginado del acontecer histórico. Carlos Fuentes escribe la memoria del siglo XX mejicano apoyando su narración en hechos y personas que determinaron la conformación del Méjico actual.

De manera simultánea, el autor realiza un recorrido por la vida íntima de una mujer, Laura Díaz, y de las pasiones, los obstáculos los prejuicios, el amor filial, las alegrías y las penas que la conducen a conquistar su propia libertad y su libertad creativa.

Los Años con Laura Díaz es la historia de una saga familiar, originada en Veracruz que sirve de sustento a esta novela histórica. Como nunca antes Carlos Fuentes es fiel a su propósito de describirnos el cruce de caminos dónde se dan cita la vida individual y la vida colectiva. El autor nos lleva a un mundo mágico en un país que en el siglo XX fue lugar de encuentro de diferentes personajes históricos debido a los avatares políticos de esos años.

El relato se inicia con la abuela de Laura Díaz, doña Cósima que nació en Alemania y está casada con otro alemán, don Felipe, dueño de una plantación en Veracruz. Cósima vivió un evento fugaz que marcó para siempre su vida cuando era joven. Viajaba en una diligencia que fue asaltada por uno de los bandidos más famosos de su tiempo, "El Guapo de Paplanta", quien con el propósito de despojarla de sus joyas le dijo que le entregara los anillos que llevaba, a lo que Cósima contestó que para que los tuviera tendría que cortarle los dedos. El bandido así lo hizo, de un machetazo le cortó los dedos. Sin embargo, Cósima siempre recordaría su apostura, pues le dejó una gran impresión y solventaría la mutilación usando unos guantes rellenos que hacían parecer que tenía dedos.

Laura Díaz aparece desde muy niña muy apegada a su abuela con quien comparte secretos y confidencias. Cada capítulo describe sus progresos, sus sentimientos, sus anhelos, sus deseos e inquietudes transitando por las tradiciones veracruzanas de socialización de vida en familia. Laura pasó algún tiempo en la ciudad de Xalapa, en Veracruz, dónde fue testigo de atroces sucesos como la muerte de su medio hermano Santiago a manos de sus enemigos ideológicos.

La protagonista se relaciona con hombres que desean verse favorecidos con su aceptación hasta que llegó Juan Francisco López Greene que con sus ojos verdes y su fisonomía extraña, entre negra e indígena, la cautiva y se casa con él, teniendo dos hijos Santiago y Dantón.

Aparecen en la narración personajes históricos tan conocidos como los pintores Diego Rivera y Frida Khalo, su mujer, haciendo hincapié en el Méjico post-revolucionario y la forma en que Laura Díaz participa, su interacción con estos artistas y la sociedad de intelectuales a la que pertenecen.

La ciudad de Méjico fué el lugar de encuentro con nuevas personas con quienes se relaciona nuestra protagonista y comparte eventos sociales así como amoríos clandestinos que lograron en ella transformaciones importantes en su manera de ver la vida, las personas y las situaciones. Laura Díaz se nos presenta como una mujer que logró romper con esquemas y patrones sociales y culturales, lo que le permite construir su vida y sus convicciones, valorar a las personas que la rodean, obtener ventaja de las situaciones y lograr un crecimiento como mujer fuera de serie.

Estamos ante una obra maestra. Carlos Fuentes aparece en esta gran novela como muy digno merecedor de sus numerosos galardones como el Premio Cervantes y el Premio Príncipe de Asturias.

martes, 22 de julio de 2014

LAS TRES BODAS DE MANOLITA DE ALMUDENA GRANDES

En un Madrid recién salido de la guerra civil, sobrevivir es un duro oficio cotidiano. Especialmente para Manolita, una joven de dieciocho años que, con su padre y su madrastra encarcelados, y su hermano Antronio escondido en un tablao flamenco, tiene que hacerse cargo de su hermana Isabel y de otros tres más pequeños. A Antonio se le ocurrirá una manera desesperada de prolongar la resistencia en los años más terribles de la represión: utilizar unas multicopistas que nadie sabe poner en marcha para imprimir la propaganda clandestina. Y pretenderá que sea su hermana Manolita, la señorita "Conmigo No Conteis" quien visite a un preso que puede darles la clave de su funcionamiento. Manolita no sabe que ese muchacho tímido y sin aparente atractivo va a ser un hombre determinante en su vida, y querrá visitarlo de nuevo, después de varios periplos, en el destacamente penitenciario de El Valle de los Caídos. Pero antes tiene que descubrir quién es el delator que merodea por el barrio.

Junto a Manolita conoceremos a la Palmera y a Eulalia unidas por el amor a su hermano Antonio, a los restos de la pandilla del barrio, a las mujeres que afrontan largas colas para ver, alambrada mediante, a sus maridos o a sus hijos en cárceles como Porlier. También conoceremos los intentos de los perdedores de organizarse en la clandestinidad y cómo el Orejas juega a dos barajas para alcanzar el éxito a pesar del fracaso que constituye su vida.

Magistralmente escrita, Las Tres Bodas de Manolita describe hechos muy poco conocidos como el de las niñas esclavas del Colegio Zabalbide de Bilbao que producen verguenza y estupor al constatar cómo colectivos supuestamente piadosos actúan con la máxima crueldad hacia unas niñas inocentes que nada tuvieron que ver en la génesis de la contienda. La lectura de la novela es un ejercicio de memoria histórica narrado desde lugares poco comunes. Es una historia de política, pobreza y lucha, de amor y de odio, de temas mundanos y utópicos. El relato es muy compacto, muy trabajado. Una novela coral en la que toman un importante protagonismo los personajes secundarios como la Palmera y Eulalia, personajes con historias muy distintas pero que se van enlazando eslabón a eslabón hasta ensamblarse en un todo. Son historias de una trama aparentemente menos atractiva que la principal pero dónde todo está unido y esta unión se hace a través de saltos temporales, de referencias al pasado y al futuro.

El lector como ya ocurriera en Inés y la Alegría ses ve empujado a una historia que desde la primera línea ya está en marcha. Desde el comienzo de la novela los personajes tratan de temas importantes y ésto que parece una complejidad añadida atrapa al lector y le hace seguir la lectura con interés.

Las Tres Bodas de Manolita es una novela completísima que radiografía uno de los momentos más oscuros de la historia de España. Pero más allá del contexto histórico, esta nueva novela de Almudena Grandes es una historia de amor, por la familia, por los amigos; dónde las emociones surgen en cada frase y cada diálogo. La autora consigue que la atención del lector no disminuya a lo largo de las setecientas páginas de la novela. Esta proeza la logra con el equilibrio que mantiene en cada momento y con los cambios de registro (si la historia de Manolita tiene varios saltos temporales, la de Isabel es lineal).

La sensación es que Grandes vuelve a sus orígenes, esto es, a las historias de mujeres fuertes que buscan sobrevivir en cualquier situación. Son mujeres con personalidades muy dispares pero con las ideas muy claras que luchan por lo que les importa. Si con El Corazón Helado la autora consiguió darle una vuelta de tuerca a una historia de amor, con Las Tres Bodas de Manolita subyuga a un lector al que mantiene con el corazón encogido y que se da cuenta de la inteligencia plasmada en la novela.

viernes, 4 de julio de 2014

GUERRA Y PAZ DE LEÓN TOLSTOI

Guerra y Paz constituye la epopeya por excelencia del pueblo ruso, su maravillosa exaltación y grandeza. En esta gran novela Tolstoi narra las alternativas de la vida de numerosos personajes de toda clase y describe casi cincuenta años de historia, desde las guerras napoleónicas hasta más allá de mediados del siglo XIX.  Describe la campaña de los rusos en Prusia con la reputada batalla de Austerlitz, la campaña de los ejércitos franceses en Rusia con la batalla de Borodino y el incendio de Moscú. Junto con las aventuras de dos familias nobles rusas, los Bolkonski y los Rostov, el autor nos ofrece la epopeya de dos emperadores Napoleón y Alejandro.

Es difícil igualar la hondura y magnificencia de esta novela que tiene por escenario los salones de San Petersburgo, las cárceles de Moscú, esplendorosos palacios y campos de batalla. Guerra y Paz se centra en la invasión napoleónica a Rusia, donde el joven Pedro Bezukhov, asume su compromiso con Elena Kagarin a quién después abandona y es partícipe del frustrado atentado contra Napoleón, por el que resulta preso y allí en la cárcel descubre el significado de la vida. La obra expone con magistral destreza la historia del ser humano y la historia de la guerra, realidad infausta que provoca desconcierto sentimental e intelectual en las almas.

Adentrarse en la lectura de Guerra y Paz es situarse ante un monumento colosal de la literatura, una de esas catedrales góticas que se edificaban sin tener en cuenta el nombre del arquitecto ni su época. Desde sus inicios hasta la recreación de sus personajes constituye una obra ambiciosa, esperanzadora e irrefrenable,
quizá una de las obras más grandes de la literatura moderna.

Es ineludible recordar aquí a Victor Hugo, su conducción de las masas y la manera pintoresca con la que definía sus personajes. Distanciados por la estepa, la educación y algunos años ambos autores realizan un cuadro en forma de epopeya de un período histórico (Victor Hugo concibe un fresco sobre Waterloo y Tolstoi sobre las invasiones de Napoleón en Rusia) además existen entre ambos numerosos puntos en común tanto en el tratamiento de la novela como en la aproximación a la psicología de sus personajes.
Sobresaliente y ajustada (sólo comparada quizá con Ana Karenina) es la caracterización de los personajes que sirve de marco a la guerra de antagonismos que dan título al libro. La dualidad sugerida es dualidad en el conflicto y en la calma y el novelista concibe desde su perspectiva de alto aristócarata la estupidez de su propia posición. De la calma inicial Tolstoi nos lleva hasta el mayúsculo caos del conflicto.

Guerra y Paz es uno de esos títulos difíciles de encontrar tanto por su extensión como por su tratamiento. Se trata sin duda de un poema sinfónico en el que las partes del texto se completan narrativamente en el contexto histórico que las entrelaza. La lectura de Guerra y Paz jamás podrá ser repetida en otra obra.