sábado, 18 de mayo de 2013

A UN DIOS DESCONOCIDO DE JOHN STEINBECK

Excelente relato de Steinbeck donde cobra primacía la naturaleza sobre los personajes que son claramente secundarios y siempre marcados por ella, que rige sus destinos.
 
El protagonista, Joseph, siente tan gran pasión por la tierra que cuando la ve se lanza sobre ella y arranca a puñados los matorrales, su cara y su barba cubiertas de tierra como si celebrase sus esponsales con ella, con la húmeda tierra del oeste.
 
La naturaleza en la primera parte del relato aparece vívida y luminosa: la tierra, los árboles, la luna, el sol; todo es armonioso y límpido después de las lluvias. El panteismo inunda toda la obra. Antes de morir el padre de Joseph prometió que iría a visitar el rancho y las tierras de su hijo en el Oeste y, efectivamente, cuando Joseph recibe la noticia de la muerte de su padre un fuerte viento se alza oloroso de agua y hierba, agitando fuertemente las ramas de un roble cercano. Joseph lo reconoce y le da la bienvenida, se arrima al árbol y besa su corteza comenzando así un rito sagrado donde los elementos naturales tienen vida propia y más bien mágica, y se establece una comunión natural entre el hombre y la naturaleza.
 
Thomas, el hermano mayor de Joseph tiene tiene una relación de comprensión y entendimiento con los animales. Los trata con coherencia y los animales responden con gratitud y docilidad a su mandato; los entiende y los mata con el mismo sentimiento que éstos experimentan matándose entre sí. El mundo natural cobra preponderancia al mundo social de los hombres. Sin embargo, Steinbeck como siempre, disecciona la conducta humana analizando pormenorizadamente el carácter de Joseph, el de sus cuatro hermanos y el de Juanito, su ayudante y acompañante fiel, mostrando claramente sus fallos y grietas.
 
Por su parte, el difunto padre de Joseph se fusiona con la tierra hasta hacerse el símbolo viviente de una unidad, la naturaleza y sus habitantes, traspasándole este sentimiento y autoridad a Joseph que además de patriarca del clan pasa a ser guardián y custodio de la tierra.
 
Además de panteismo Steinbeck inunda el relato de alusiones bíblicas otorgándole un marcado carácter religioso regidor de los destinos de los hombres. El protagonista, en la primera parte del relato siente la alegría que debió experimentar Abraham al ver los primeros frutos de la tierra prometida cuando los miembros de su tribu y los animales comenzaban a multiplicarse, anhelando que todo lo que le rodeaba creciera de prisa, concibiera y se multiplicara, siendo el único pecado posible la esterilidad, un pecado intolerable e imperdonable. Joseph irradia luz con esta nueva religión.
 
Sin embargo, Steinbeck deja patente la futilidad de las acciones y deseos de los hombres así como de todas sus creencias y ritos en la segunda parte del relato que bien puede ser interpretado como una crítica feroz a toda religión ya sea natural u ortodoxa. 
 
 
 


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