viernes, 5 de septiembre de 2014

LA HOJA ROJA DE MIGUEL DELIBES

Situémonos para empezar en esa noche en que se jubila Eloy, el anciano protagonista de la novela tras medio siglo de trabajo en el Departamento de Sanidad. El festejo que organizan ante su marcha es bien poca cosa, sobre todo si se advierte el desinterés de quienes asisten a él. Tras el adiós previsiblemente llega el vacío, la sensación de ausencia y sobre todo la idea de que las manecillas del reloj no han de seguir girando por mucho tiempo. A partir de ahí Eloy Muñoz irá decayendo poco a poco, inmerso en la rutina, las conversaciones recurrentes y el peso de los recuerdos. Por eso el narrador hace que el anciano repita las mismas frases para que la atmósfera resulte más tediosa. Ese período es particularmente intenso y decisivo para Eloy, cuya única compañía fiel es Desi, la joven pueblerina que le atiende en las tareas domésticas.

En torno a ese par de personajes deambulan otros de no menor interés: Leoncito, el hijo desagradecido y egoista, Isaías, amigo de Eloy con el que pasea diariamente y Picaza el violento bribón con quien Desi pretende casarse y que acabará
en la cárcel.

Al final, puesto que la soledad incumbe tanto al viejo protagonista como a la criada, él le hace una propuesta que puede atenuar el desconsuelo: un matrimonio de conveniencia sin otro fin que el de buscar el beneficio común, ésto es: la compañía para Eloy y el hecho de que a la muerte de éste ella reciba la pensión de viudedad; cuando el jubilado plantea su propósito a Desi, le confiesa algo que resume todo el sentido de la novela: "Tendrás estorbo por poco tiempo, hija. A mí me ha salido ya la hoja roja en el librillo del papel de fumar."

A pesar de que la síntesis del libro puede dar la idea de que se trata de una narración angustiosa, muy inspirada en el desarrollo de la pesadumbre del jubilado, lo cierto es que el tono de la obra desmiente esa sospecha. Lo mismo en su inicio y desarrollo que en su inesperado final es la ausencia de aflicción lo que caracteriza tanto a Desi como a Eloy, ambos víctimas de vidas y eventos tristes y difíciles, pero los dos personajes con calor humano y positiva vitalidad.

Como en todas sus demás obras el escritor vallisoletano nos hace ver el conjunto de cualidades de cada personaje a través del modo que éste tiene de expresarse.

Si bien la narración puede resultar repetitiva, ésto no es ninguna torpeza por parte del autor sino todo lo contrario: El viejo Eloy vuelve continuamente a las mismas frases, recupera junto a su amigo Isaías los mismos recuerdos y se olvida sistemáticamente de los mismos detalles del día a día; además intenta infructuosamente comunicarse con los que le rodean a través de la neblina que le empaña las ideas.

Delibes es de aquellos escritores para quienes la novela ha de ser de alguna manera un compendio de la vida: "Una novela requiere al menos un hombre, un paisaje y una pasión. Sin ellos no puede haber novela" La Hoja Roja aúna todos estos elementos y es un reflejo de la vida cotidiana de la época en que fue escrita, 1959, es decir, cuando ya había pasado el tiempo de la posguerra y España entraba en los planes de desarrollo.

El lector se enternece ante el retrato de los miedos y las obsesiones de un hombre al que le ha salido la hoja roja en el librillo del papel de fumar y que sabe que él también tiene las horas contadas.


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