martes, 22 de noviembre de 2011

LOS CUADERNOS DE DON RIGOBERTO

En Los Cuadernos de don Rigoberto Mario Vargas Llosa hace una incursión al mundo del erotismo en su estado más puro. Para ello toma lo más selecto del mundo de la pintura y la literatura y crea un personaje con un rico mundo interior, Don Rigoberto, gerente de seguros que palia su monótona existencia burocrática y burguesa alimentando su fértil imaginación de refinados cuadros de los mejores maestros y de la más sugerente literatura erótica,  que dan lugar junto con sus ensoñaciones y sugerentes ideas al material que plasma en sus cuadernos, que constituyen así construídos,  la más excelsa obra erótica de todos los tiempos. Pero don Rigoberto, en cierta manera, se adelanta a sus lecturas y pinturas como le ocurre a Juan María Braunsen el protagonista de la Vida Breve De Onetti que se imagina cuadros de Paul Delvaux que el propio Onetti no podía conocer cuando escribió esta obra porque el surrealista belga no los había pintado todavía. Don Rigoberto se considera un fracasado al que se le desmorona todo: la mujer que ama, el hijo que procreó, los sueños que quiso incrustar en la realidad y que declina cada día, cada noche, detrás de la repelente mascarada de gerente de una exitosa compañía de seguros, convertido en ese desesperado "puro" del que habla la novela de Onetti, en un remedo del masoquista pesimista de La Vida Breve. Pero Braunsen al menos se las arreglaba para escapar de Buenos Aires y tomando trenes, autos, barcos o autobuses conseguía llegar a Santa María, la colonia rioplatense de su invención. Don Rigoberto, sin embargo, estaba todavía lo bastante lúcido para saber que no podía contrabandearse en las ficciones, brincar al sueño. No era Braunsen todavía. Había tiempo de reaccionar, de hacer algo. El problema es que Lucrecia, su mujer, la que le secundaba en sus fantasías, haciendo así realidad sus sueños y anhelos más profundos, ya no está con él. El propio don Rigoberto la ha desterrado de su lado por su implicación con Fonchito, su hijo,  quizá el personaje más controvertido de Mario Vargas Llosa en esta historia, quién augura convertirse en un genio precoz y sutil. Admirador irredento del pintor expresionista Egon Shiele de quien se cree la reencarnación viviente y al que imita en todo, Fonchito será el motivo de la separación de Lucrecia y don Rigoberto. Con su aparente espontaneidad, mezcla de candor y malicia a la vez y con su empeño en dirigir las vidas de su padre y de su madrastra, el hijo de don Rigoberto será un peligro y una bendición, constituyéndose pese a su corta edad en el seductor de su madrastra  y en la celestina masculina  que hará posible la reconciliación de su padre con Lucrecia, en una vida en la que el erotismo es la parte central de la existencia, un juego (en la alta acepción que daba Johan Huizinga a la palabra) privado, en el que solo el yo, los fantasmas y los jugadores pueden participar y cuyo éxito depende de su carácter secreto, impermeable a la curiosidad pública, pues de ésta solo puede derivarse su reglamentación y manipulación desvirtualizadora por agentes írritos al juego erótico.

1 comentario:

  1. Tras la lectura y visualizacion de cada uno de los personajes que intervienen en la obra, Fonchito, el que iba a ser destinado a ser un personaje en la sombra, se convierte en el verdadero protagonista de "Los cuadernos de don Rigoberto". Detras de una figura aparentemente dulce y dócil de un niño, se esconde la personalidad más arrolladora y fuerte, que logra manipular su entorno -un tanto desorientado- y retornarlo a su situación inicial. Sin lugar a duda, os haréis partícipes y fieles seguidores del personaje más joven de la obra.

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