miércoles, 7 de octubre de 2015

LA VERDADERA VIDA DE SEBASTIAN KNIGHT DE VLADIMIR NABOKOV

La Verdadera Vida de Sebastian Knight comienza como el intento de escribir una biografía acerca del personaje del título por parte de su hermanastro, V. Este Sebastian se nos revela como un escritor de éxito, autor de varias novelas complejas y extrañas, que fallece debido a una enfermedad cardíaca a los treinta y seis años. Tras su muerte, el narrador decide recopilar datos acerca de él para ilustrar el libro que le dedicará (y que llevará por título "La Verdadera Vida de Sebastian Knight"), ya que perdieron contacto cuando Sebastian se marchó a Londres.

A través de antiguos amigos y viejas amantes, V. irá formando la imagen de ese hermanastro escritor: extraño, oscuro, complejo, atormentado por su búsqueda insaciable de la imagen perfecta. Al igual que Nabokov, Sebastian cambia el ruso por el inglés y ese cambio es doloroso: le cuesta escribir Caleidoscopio, su primera novela, cuya redacción se convierte en un "tour de force" emocional (y casi físico). Ayudado por Claire, la mujer que le entregará -casi literalmente- su vida, ese primer libro representa el primer paso en pos de una expresión ideal, liberada de lugares comunes, de palabras comunes, que alcance a describir lo más profundo de una existencia.

Los libros de Sebastian parecen ser siempre la búsqueda de algo más, de la descripción de individualidades y momentos, más que de personas reales que conocieran a su hermano. De ahí que los caracteres que va encontrando a su paso -Claire, su pareja casi ideal; Goodman, su secretario mezquino y aprovechado; Helene von Graun, la amante que lo enloqueció en sus últimos días- no sean tan reales como uno podría figurarse, ni tampoco arquetipos estrictos: son casi sentimientos, actitudes ante la vida, secretos susurrados. Quizá por ese motivo el libro termina con un reconocimiento explícito de lo universal de esa búsqueda, de los lazos que unen a todos los seres y que consiguen identificarlos entre sí, haciendo de la existencia un todo que cualquiera podría percibir si la mirada se lo permitiese, como Sebastian quizá sabía y callaba.

Y de este modo llegamos a la casi identificación del narrador con su hermano, dado que la búsqueda de datos que ha llevado a cabo, probablemente, no haya sido otra cosa más que la búsqueda de sí mismo. Como la que cualquiera de nosotros, hubiera hecho o podría hacer. Como el mismo V. dice acerca de las novelas de Sebastian: "No son las partes las que importan, sino su combinación".

Con todo, no creo que ésta sea una de las mejores obras de Nabokov. Como en todos sus libros, por supuesto, hay momentos deliciosos y una prosa bellísima (elegante, a ratos sinuosa, pulcra y rica en "divinos" detalles), que impone respeto al pensar que fué la primera que el ruso escribió directamente en inglés dados los pasajes bellísimos que se pueden encontrar, sin embargo, la novela insinúa más cosas de las que resuelve, deja flecos colgando (más emocionales que argumentales) y la sensación al terminar es la de que falta algo, Aunque ese "algo" en el caso de Nabokov se reduzca a unos pocos detalles que, por sí solos, ya alumbrarían la obra de más de un escritor.

Detrás de las palabras están sus sombras. Y, efectivamente, la belleza "inexplicable" de una obra proviene de estas últimas. Sin embargo, para que esta niebla sublime y desconcertante se proyecte debió existir lo escrito, lo enunciado. La novela a la que nos referimos trata de reflejos, trata de espejismos en el espejo, cosas inasibles (el pasado de un muerto, la vida del "otro", su huella en la vida de uno mismo). 

Efectivamente, deja una sensación de lo no terminado (contrario a lo Vargas Llosa) pero por ello, precisamente es por lo que sabemos que el mago hizo bien su truco: eso que parece un error, para mí es el máximo de los logros de un artista.

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