miércoles, 20 de marzo de 2013

LA CONJURA CONTRA AMÉRICA DE PHILIP ROTH

En junio de 1940 se produjo la nominación de Charles A. Lindbergh, el héroe norteamericano de la aviación de fama internacional, como candidato a la presidencia de Estados Unidos y a partir de entonces las cosas empezaron a cambiar drásticamente en América.
 
Philip Roth recrea los tres años de mandato de este controvertido presidente en un relato autobiográfico de marcada tendencia realista, pues aunque es un relato de ficción, la mayor parte de los hechos que en él se narran son históricos.
 
La narración es autobiográfica, relatada en primera persona por un jovencísimo Philip Roth de nueve años de edad, quien pasa drásticamente de ser un niño confiado y dócil a inestable y fugitivo por causa de lo que ve y oye en su entorno, tanto en las calles como en el núcleo familiar.
 
La Conjura contra América se adentra en el análisis de la figura de Charles A. Lindbergh, subrayando las desastrosas consecuencias de su mandato para toda Norteamérica y, en especial, para los judios norteamericanos y a un nivel mucho menor, pero imprescindible para la cohesión del relato, las consecuencias para la familia Roth y su entorno más próximo.
 
En un principio vemos que la familia Roth constituye una familia normal compuesta por cuatro miembros, dos de ellos niños, Sandy de doce años y el protagonista de siete, Philip. El padre es vendedor a comisión, la madre organiza la Asociación de Padres y Profesores en la recién construída escuela de la avenida Chancellor, donde van el protagonista y su hermano.
 
Israel aún no existía, seis millones de judios aún no habían dejado de existir y la relación que tenía la familia con la lejana Palestina era nula, ellos se sienten norteamericanos y no judios, su patria es América. Sin embargo, durante el mandato de Lindbergh esa ciudadanía se pone en cuestión
 
Pero la relación de Lindbergh con Alemania comienza antes de ser proclamado presidente. Como ciudadano particular empezó a viajar a la Alemania nazi; unos viajes que lo convirtirían en un infame para la mayoría de los judios norteamericanos. Durante cinco visitas que realizó fue agasajado por el mariscal del aire, Goring y condecorado ceremoniosamente en nombre del Führer. Él, por su parte, expresó con toda franqueza la alta consideración en que tenía a Hitler; dijo de Alemania que era la nación más interesante del mundo y calificó a su líder de gran hombre. Y todo este interés y admiración los manifestó después de que las leyes de Hitler de 1935 hubieran privado a los judios de Alemania de sus derechos civiles y sociales y de sus propiedades, anulado su ciudadanía y prohibido que contrajeran matrimonio con arios. 
 
Sin embargo, lo peor estaba por venir. Al comenzar su mandato, Lindbergh empezó a propulsar programas de segregación para los judios norteamericanos destinados como una primera medida a aislarlos y debilitarlos. Philip Roth empieza a desvelarnos las consecuencias de la era Lindbergh: Al padre del protagonista lo trasladan según un programa aprobado por el Gobierno a Danville Kentucky, una población dónde solo hay gentiles, pese a las protestas de toda la familia que va a ver alterado su "modus vivendi". El único que se alegra es Sandy, el mayor, porque Kentucky está a veinte kilómetros de la granja dónde pasó el verano en otro programa para niños judios.
 
Se suceden disturbios con matanzas de judios en Boston Sur, tumultos en Detroit, Lousville, un atentado con bomba incendiaria en Cincinati, caos en Saint Louis, Pittsbourg, Buffalo, Akron, Youngstown, Peoria, Scranton y Syracuse. La señora Wishnow, vecina de los Roth, es asesinada en Lousville; tras darle una paliza y robarle pagó con su vida por la difamación del buen nombre de Lindbergh, llevada a cabo según las fuentes del gobierno, primero, por el difunto locutor Walter Winchell y ahora por el aparato de propaganda controlado por los judios del primer ministro Churchill y el rey Jorge VI.
 
El autor nos ofrece el panorama de un país que temporalmente perdió su democracia y fue un caos absoluto, un país que se convirtió en un caldo de cultivo propicio para el nazismo más atroz, gracias al pacto de Islandia entre Lindbergh y Hitler y a una supuesta conjura sobre la que se han escrito muchas conjeturas y suposiciones.
 
La obra, como todas las de Philip Roth, es densa y está centrada como muchas otras obras del autor en la historia norteamericana, por lo que la anécdota familiar es un mero pretexto que sirve para subrayar los desastres que acaecieron durante la época que relata el protagonista.

sábado, 2 de marzo de 2013

ELEGÍA DE PHILIP ROTH

Un texto existencialista de Philip Roth, quizás el más desolado y negativo. En él reflexiona reiteradamente sobre la caducidad de la vida y la vulnerabilidad del ser humano, la pérdida, el arrepentimiento y el estoicismo. Es un texto como diría Milan Kundera sobre la insoportable levedad del ser. Nada es duradero ni inalterable; en cualquier rincón acecha el desastre que se cierne sobre nosotros a la velocidad del rayo para aniquilarnos.
 
Pero si la muerte es el tema principal del relato, la enfermedad, no obstante, es el más profusamente tratado y el que impregna todas las páginas del libro. El protagonista desde niño convive con la enfermedad, pero su primera experiencia con la muerte y la que imprime un hito en la historia será un verano de su niñez cuando el mar arroja a la costa el cadaver de un marino cuyo buque cisterna había sido torpedeado por un submarino alemán, a solo una manzana de distancia de la casa donde los cuatro miembros de la familia alquilaban una habitación durante un mes cada verano. Los guardias costeros patrullaban de día y de noche para impedir que los saboteadores desembarcaran en los miles de kilómetros de playas desiertas, pero algunos lograban penetrar sin que los detectaran y se sabía que, junto con oriundos del país simpatizantes de los nazis, establecían desde la costa comunicación con los submarinos que merodeaban por las rutas de navegación de la Costa Este y que habían hundido barcos frente a la costa de Nueva Jersey desde el comienzo de la guerra, una guerra  que estaba más cerca de lo que se imaginaba la mayoría de la gente y el horror también.

El segundo hito en la historia será a los nueve años en el hospital dónde  intervienen al protagonista cuando muere un compañero de habitación el mismo día que ingresa en él. La desnudez de la cama desprovista de sábanas y almohadas le hace comprender que a su compañero le ha sobrevenido la muerte.

A los treinta y dos años ya tiene ideas marcadas acerca de la finitud, de su próximo final y de la nada. Un día mientras pasea por la playa junto a Phoebe, que será la mujer más importante de su vida, mira al cielo y la profusión de estrellas le habla sin ambigüedades de que está destinado a morir y el ruido del mar, así como la pesadilla de la negrura más profunda bajo el frenesí del agua, le acucian a huir de la amenazante nada para refugiarse en su acogedora, iluminada y poco amueblada casa de la playa.
 
A partir de ahí la narración se convierte en el relato detallado de todas las enfermedades del protagonista y de sus consiguientes penalidades, (también aparecen detalladas las enfermedades de su mujer, padres y amigos) de su deseo de vivir a pesar de todo y de la historia de sus tres matrimonios fallidos a causa de su invencible promiscuidad.
 
Elegía es un texto sobrecogedor donde la fragilidad del ser humano y su decadencia y extinción inundan todas las páginas del relato. Philip Roth ha creado una narración obsesiva donde la enfermedad, la pérdida y el arrepentimiento bailan una danza macabra e insistente que necesariamente sobrecoge al lector de principio a fín sin otorgarle un respiro.