sábado, 2 de marzo de 2013

ELEGÍA DE PHILIP ROTH

Un texto existencialista de Philip Roth, quizás el más desolado y negativo. En él reflexiona reiteradamente sobre la caducidad de la vida y la vulnerabilidad del ser humano, la pérdida, el arrepentimiento y el estoicismo. Es un texto como diría Milan Kundera sobre la insoportable levedad del ser. Nada es duradero ni inalterable; en cualquier rincón acecha el desastre que se cierne sobre nosotros a la velocidad del rayo para aniquilarnos.
 
Pero si la muerte es el tema principal del relato, la enfermedad, no obstante, es el más profusamente tratado y el que impregna todas las páginas del libro. El protagonista desde niño convive con la enfermedad, pero su primera experiencia con la muerte y la que imprime un hito en la historia será un verano de su niñez cuando el mar arroja a la costa el cadaver de un marino cuyo buque cisterna había sido torpedeado por un submarino alemán, a solo una manzana de distancia de la casa donde los cuatro miembros de la familia alquilaban una habitación durante un mes cada verano. Los guardias costeros patrullaban de día y de noche para impedir que los saboteadores desembarcaran en los miles de kilómetros de playas desiertas, pero algunos lograban penetrar sin que los detectaran y se sabía que, junto con oriundos del país simpatizantes de los nazis, establecían desde la costa comunicación con los submarinos que merodeaban por las rutas de navegación de la Costa Este y que habían hundido barcos frente a la costa de Nueva Jersey desde el comienzo de la guerra, una guerra  que estaba más cerca de lo que se imaginaba la mayoría de la gente y el horror también.

El segundo hito en la historia será a los nueve años en el hospital dónde  intervienen al protagonista cuando muere un compañero de habitación el mismo día que ingresa en él. La desnudez de la cama desprovista de sábanas y almohadas le hace comprender que a su compañero le ha sobrevenido la muerte.

A los treinta y dos años ya tiene ideas marcadas acerca de la finitud, de su próximo final y de la nada. Un día mientras pasea por la playa junto a Phoebe, que será la mujer más importante de su vida, mira al cielo y la profusión de estrellas le habla sin ambigüedades de que está destinado a morir y el ruido del mar, así como la pesadilla de la negrura más profunda bajo el frenesí del agua, le acucian a huir de la amenazante nada para refugiarse en su acogedora, iluminada y poco amueblada casa de la playa.
 
A partir de ahí la narración se convierte en el relato detallado de todas las enfermedades del protagonista y de sus consiguientes penalidades, (también aparecen detalladas las enfermedades de su mujer, padres y amigos) de su deseo de vivir a pesar de todo y de la historia de sus tres matrimonios fallidos a causa de su invencible promiscuidad.
 
Elegía es un texto sobrecogedor donde la fragilidad del ser humano y su decadencia y extinción inundan todas las páginas del relato. Philip Roth ha creado una narración obsesiva donde la enfermedad, la pérdida y el arrepentimiento bailan una danza macabra e insistente que necesariamente sobrecoge al lector de principio a fín sin otorgarle un respiro.
 
 
 
 

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