jueves, 8 de mayo de 2014

HISTORIA DE MAYTA DE MARIO VARGAS LLOSA

Mario Vargas Llosa fragua la historia de Mayta basándose en  un hombre que conoce de referencias y a través de periódicos, recortes y testimonios de diferentes conocidos implicados en la vida del verdadero Mayta y en las acciones que llevó a cabo.

Pero, pese a todo, la historia de Mayta es pura ficción basada en una historia real. El autor hace pasar a Mayta por un antiguo condiscípulo del colegio de los Salesianos dónde Mario Vargas Llosa estudió. A partir de ahí finge una amistad con él  y una posterior desvinculación con su vida para paso a paso ir reconstruyendo la historia con testimonios de familiares y compañeros de partido, de lucha, de vivencias.

El método que emplea el autor es ir intercalando las entrevistas y averiguaciones que hace sobre su supuesto condiscípulo con la vida novelada y ficticia de su personaje, manteniendo de esta manera más vivamente la atención del lector.

La historia está narrada en primera persona y parece autobiográfica. Mario Vargas Llosa rememora su adolescencia y juventud en Lima, ciudad a la que dedica especial atención al describirla. Una atención que es a la vez de amor y de resentimiento. De amor, por los agradables recuerdos de los lugares que frecuentaba en su adolescencia, de resentimiento por la pobreza, suciedad y carencias de la capital durante los años cincuenta  y sesenta.

Mayta es un cuarentón de pies planos que se ha pasado la vida en las catacumbas de la revolución teórica y de las intrigas revolucionarias. Aprista, disidente, moscovita, disidente y troskista. Todas las idas y venidas, todas las contradicciones de la izquierda de los años cincuenta se reflejan en la narración. El protagonista ha estado escondido, preso, ha vivido siempre en la penuria, pero la frustración no lo ha amargado ni corrompido. Se conserva honesto, idealista a pesar de una vida castrante.

En la cara de Mayta, exhausta y tensa se trasluce, de algún modo esa probidad secreta, incólume ante los reveses, esa pureza juvenil capaz de reaccionar con la misma indignación contra cualquier injusticia en su país o en el último rincón del mundo, y esa convicción justiciera de que la única tarea impostergable y urgentísima era cambiar el mundo.

El protagonista perteneció al partido comunista del que le expulsaron mientras estuvo en la cárcel. El partido estaba en la ilegalidad y era minúsculo. En la cárcel, con su espíritu de contradicción empezó a sentir simpatias heréticas. Daba conferencias a los presos sobre el doble poder, la revolución permanente y la esclearosis del estalinismo.

Mayta junto con Vallejos,  un teniente que conoce en una fiesta de su tía Josefa, planea una acción revolucionaria en Jauja, en los Andes peruanos. Si la insurrección conseguía durar, desarrollarse, socavar aquí y allá el poder burgués obligándole a quitarse la máscara liberal y a mostrar su cara sangrienta, la clase obrera iría sacudiéndose de su letargo, de los engaños reformistas de sus líderes corruptos, de la ilusión de que podía coexistir con la clase entreguista e incorporarse a la lucha.

La historia de Mayta sirve de pretexto a Mario Vargas Llosa para hacernos una radiografía del Perú de la época, los años sesenta, los diferentes partidos políticos de izquierdas que se enfrentaban al poder reinante: el POR, los pablistas, los antipablistas, las luchas y desencuentros en sus filas. El genio narrativo del autor permite aunar todos estos elementos sin que el relato resulte pesado gracias a la sabia interpolación de realidad con ficción.

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