jueves, 19 de noviembre de 2015

ESTA HISTORIA DE ALESSANDRO BARICCO

Me dejé llevar por el corazón, por un extraño imán, por alguna clase de sortilegio, por el destino, hacia las páginas de la novela, y en ellas encontré la calma. La misma que me han dado otros narradores europeos como Isak Dinesen, una calma placentera que sólo me da la literatura, concretamente, algunas piezas de la literatura.

Me deslumbró quedarme quieta, calmada, en paz con las palabras que escribía un italiano de nuestro tiempo, me daba confianza, serenidad, y estaba envuelta en una historia que no quería que acabase. Me alegré con sinceridad al poder encontrar sin trasladarme a los anaqueles de muchos años atrás, una historia tan bien narrada, estructurada, circular, dónde nada falta ni nada sobra, de un escritor contemporáneo nuestro, que vive en nuestro mismo mundo, en nuestra vieja Europa, ésta que nunca acabaremos de descubrir, de conocer y reconocer, dónde siempre habrá un lugar más para otra nueva posibilidad.

Si me acerqué a la novela no fue por la fama de su autor, ni por la faja que indica que es ya tercera edición, ni por la solvencia de la editorial, me acerqué porque abrí el libro y encontré palabras que acariciaban mis oídos, palabras que no perdían la belleza aunque contasen un horror, palabras que se transformaban en sonidos que resonaban en mi cabeza hora tras hora, como una melodía, palabras que tenían una textura diferente en el paladar, palabras que no venían de otra época, palabras que pulsaban la herida de la vida, de la tierra, palabras que gozaban de un porqué, de una musicalidad, de un quejido, de una esperanza.

Si me quedé y me entregué no fue por error, sino por una gracia que me concedió el destino al encontrar una prosa que me llevaba dulcemente por el ensamblaje de la historia, de esa historia de Esta Historia.

Encontrarme con Último Parri fue una dádiva que algún Dios me concedió. Último, el protagonista de Esta Historia, con su pragmatismo aplastante y su sueño, te arrastra desde niño hacia el centro mismo de la novela, te arrastra sin notarlo, más bien notas que te estás deslizando por unos raíles que sólo llegan a una estación, la estación de la buena literatura. Las horas que pasas con él, desde  mayo de 1903 a mayo de 1969, como he mencionado antes, son horas de calma, horas de sosiego, de paz, de reflexión, nada ni nadie enturbia esa confianza, ese sosiego al que se debe el orden del mundo, para que todo sea lo correcto, lo justo, lo bueno, lo merecido que Alejandro Bariccco transmite. 

Como contrapunto a esa paz, a ese saber estar en el mundo, encontramos enfrente y enlazada a la misma historia, la fragilidad de la vida reflejada en los cuerpos y las actitudes de los otros personajes y de otros lugares. Ni la singularidad de Libero Parri, ni el tarambana conde de D'Ambrosio, ni la libertad de el Talud de Tassabene, ni la magnanimidad de Gardini, ni la ambigüedad de Florence, ni la manzana de Turín, ni la tristeza agazapada en el cuerpo de la secretaria de Gardini, ni la locura y el miedo de Labinia, ni la crudeza y el terror de Caporetto, consiguen malograr el sueño de Último Parri, (el niño y el hombre de la sombra de oro), un sueño lleno de curvas y rectas infinitas, una historia dónde los pilares de los sueños y de una ilusión individual son distintivos y fuertes, dónde todo se resume en estas palabras que se repiten más de una vez en la novela: "la gente vive muchos años, pero en realidad está verdaderamente viva sólo cuando consigue hacer aquéllo para lo que nació. Antes y después no hace otra cosa que esperar y recordar. Pero no esta triste cuando espera o recuerda. Parece triste. Pero lo único que ocurre es que está un poco lejos."

Todo ello en una estructura diferente, alternativa y arriesgada, de quien cree que en la literatura todavía todo es posible, narrada por diferentes voces y personas. Alessandro Baricco conoce de cerca el arte, su valor y su poder, así como la necesidad que la vida tiene de él.

Déjense acariciar por ella, por la historia, después con el paso de los días, extrañarán a cada uno de los personajes, habrá valido la pena conocerlos, en las horas calmadas de estas tardes infinitas dónde se recupera la infancia, los placeres, las locuras, los sueños. Déjense acariciar por Esta Historia, puesto que sabrán que el día que se acerquen a ella la suerte estaba de su lado.

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